Para coronar el éxito

La peor solución en política es la no solución. No es un asunto de personas ni de quién es cuate de quién. Dejar un tema abierto lo único que provoca es desgaste institucional. La solución a la crisis de Carlos Corona en el Congreso es la peor para todos, excepto claro, para Carlos Corona.
De entrada, el principal afectado es el propio Congreso. Los diputados han demostrado algo que la ciencia no ha sido capaz de demostrar, y es que la capacidad de degradación es infinita.

Sabemos por la ciencia que algo se degrada y se convierte en otra cosa. Los desechos orgánicos se degradan y se convierten en tierra. El plátano deja de ser plátano y la manzana, manzana. El hombre, nos lo recuerda la iglesia cada miércoles de ceniza, se convierte en polvo.

El Congreso por más que se degrade no desaparece. De cada Legislatura decimos que “ésta es la peor que ha existido en la historia de Jalisco”, que es imposible tener diputados tan malos como los anteriores y Congresos más mediocres, y cada tres años los diputados nos demuestran que a ellos la física y la opinión pública les hacen lo que el viento a Juárez (hay varias teorías de qué fue realmente lo que le hizo el viento a Juárez; la única comprobada es que le arrancó el sombrero, pero no lo despeinó ni tantito). La diferencia entre ésta y las anteriores legislaturas es que el escándalo pasó de los diputados a los funcionarios. Pero, lejos de cortar por lo sano, decidieron mantener a Corona, con lo cual el escándalo y el deterioro institucional seguirán.

El segundo gran afectado con esta extraña resolución es el coordinador de la fracción priista, Roberto Marrufo. Si de por sí el manejo de las fracciones se ha vuelto complicadísimo porque cada partido es un zoológico, el caso de las fracciones mayoritarias es siempre más complejo porque hay más poder, más dinero y más soberbia. Haiga sido como haiga sido, por falta de consenso al interior o porque le llegó un llamada desde las alturas, el hecho de que el coordinador de la fracción no haya podido con las facciones y se haya tragado sus palabras es un pésimo augurio. La pregunta es muy sencilla: ¿en adelante con quién se negocia en el PRI?
Para las fracciones minoritarias tampoco es una buena noticia. No pueden hacer como que no pasó nada, así que el golpeteo seguirá abierto y el tema administrativo marcando la agenda pública de la Legislatura.

Mientras tanto, los proyectos de ley, los acuerdos y las reformas necesarias para que este Estado camine un poco más rápido y mejor, seguirán en el congelador. Ya no es cuánto nos cuestan los diputados, es cuánto nos cuesta que no decidan. De entrada, ahí están los dos mil millones de pesos de las plantas de tratamiento que no pueden arrancar porque los señores están muy ocupados con su propia corrupción. Qué manera de coronar el éxito.