Martes, 08 de Octubre 2024
Jalisco | El panorama habitual a las cinco de la tarde en el camellón de la Avenida Chapultepec

Papitas, verduras y café para impulsar la cultura

El panorama habitual a las cinco de la tarde en el camellón de la Avenida Chapultepec

Por: EL INFORMADOR

Es un paseo dedicado a la cultura: a la venta de libros, pinturas, artesanías... y a combatir al hambre.  /

Es un paseo dedicado a la cultura: a la venta de libros, pinturas, artesanías... y a combatir al hambre. /

GUADALAJARA, JALISCO (08/DIC/2012).- Un desfile de faldas cortas, pantalones ceñidos y breves shorts; cabellos en el rostro, gorras chuecas, paliacates y muchas, muchas patinetas: el panorama habitual a las cinco de la tarde en el camellón de la Avenida Chapultepec. Suertes en la tabla, actos fallidos, caídas y palabras altisonantes por cada intento no exitoso que buscaba impresionar a los y las jóvenes espectadoras.  

Son rostros jóvenes, de entre 15 y 20 años la mayoría. Así inicia la caminata por esa concurrida arteria; al menos así es desde la Avenida Niños Héroes hasta La Paz, donde a partir de las seis de la tarde de cada sábado se hace el corte a la circulación, a razón del Paseo Chapultepec.

Ahí, en el corredor que hace apología a la cultura tapatía, el sonido débil de un saxofón se hace presente. Este comienza a incrementar en volumen a cada paso y cada calle que se avanza: es una banda de jazz urbano que ensaya las melodías que en minutos circularán por los tímpanos de los cientos de visitantes a la zona.

Un hombre se acerca caminando con decenas de pulseras, y la oferta que le sigue: "10 y 15 pesos, cada una". Los puestos comienzan a levantarse; quienes los atienden sacan sus escobas y comienzan a hacer a un lado las hojas que el otoño decidió arrancar a la vegetación del lugar. Y las frituras, churritos, verduras al vapor, rusas, flanes, cafés y otros aliados de la gula acaparan las miradas.

Es un paseo dedicado a la cultura: a la venta de libros, pinturas, artesanías... y a combatir al hambre. Si bien los textos a precios módicos gozan de una amplia cantidad de mirones, las transacciones son menores; son las bolsas con churritos, chile y limón, las que viajan en más manos que títulos de Gabriel García Márquez o Hermann Hesse.

En un sendero lineal, el fotógrafo observa a varios niños que hacen burbujas gigantes con jabón. Se acerca a ellos para capturar el momento, y una pompa le estalla en el lente. Sonríe, limpia su herramienta laboral, y tanto infantes como los padres de éstos carcajean por el momento chusco.  

Justo al lado, un hombre da forma al barro y los paseantes se le acercan. Explica el proceso, con el ánimo de que uno de sus productos sea de su gusto y se decidan por comprarlo. Mientras, otros niños pintan alcancías a placer.

La caminata es breve, pero nada aburrida. Quienes buscan cuadros para su hogar, portarretratos, lámparas, artesanías, mandalas (que no son pulseras, de acuerdo a un texto escrito en cartón a su lado, para evitar confusiones) o un libro de 30 pesos, se van contentos. El resto ya ha vaciado el contenido de su bolsa con frituras, y busca seguir llenando el hueco del estómago, ya sea haciendo cola para saborear el café de una famosa franquicia con el logo de una sirena, o entrando a uno de los no pocos establecimientos que ofertan cerveza.  
 
 EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA

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