Obama, la ''Ley Arizona'' y el ''Peje''

Sí, la esperanza. Yes we can! Gritaban hace no mucho los hijos del imperio de las barras y las estrellas, emocionados hasta las lágrimas al haber alcanzado la posibilidad de un cambio de rumbo en sus modales. Un EU que comenzara a reconciliarse con sus vecinos todos.

Un país con reformas migratorias, con igualdad, comandado por un hombre de color. Yes we can equivalente al México del ya se pudo, yes we can hundido como la Selección del millonario Aguirre.
 
En medio de la reaparecida desaparición del Jefe Diego (con carta de “no sean codos” y toda la cosa) reaparece el nunca desaparecido Andrés Manuel López Obrador a ser el peligroso rayito de esperanza para 2012, el yes we can mexicano.

En medio de tanta oscuridad, de asesinatos, de presos libres por la noche con armas del Estado, de inseguridad, de una “Ley Arizona” ante la cual Felipe Calderón es incapaz de mostrarse molesto o diplomáticamente hábil, Obrador tiene todo que decir y en todo lo que diga tendrá razón.

El país es un desastre. La impunidad es total, desde la ABC, hasta los Zetas, el desorden del Gobierno panista lo abarca todo. La sangre llena la patria y la justicia no es ya ni siquiera para quienes puedan pagarla (Diego como ejemplo).

La mínima esperanza en este derrumbarse de las instituciones y la Patria en general llena el Zócalo capitalino para anunciar precandidaturas que César Nava y los Chuchos acusarán de fracturar la izquierda, de hacerle la tarea a Peña Nieto.

Comenzará de nuevo la lucha entre rémoras, se abrirán los barriles de inmundicia para reinstaurar, de una buena vez y hasta pasadas las elecciones presidenciales, la política del pastelazo, de las “manos limpias”, del haiga de ser como haiga de ser.

Ganen la esperanza, el dinosauro o la cruz y la canana, de igual manera ganará el sistema de partidos, un sistema claramente rebasado, cargado de injusticias e incapaz de equidad social. Una maquinaria que funciona para las camarillas que la conforman, y que no habrá individuo, sea quien sea, que pueda reformarla de fondo (para muestra un Obama).

Mientras no se modifiquen las formas, se abran los espacios a la participación ciudadana, más allá de las elecciones, en una democracia en la que todo mexicano tenga derecho a ser votado sin necesidad de tener un partido que lo respalde, es decir, que existan las candidaturas ciudadanas (además de otros cambios profundamente necesarios)… mientras no nos regresen a los ciudadanos los institutos electorales (hoy botín de los partidos), vale e importa poco quién sea el que se siente en la rota silla presidencial.

Mientras no se garanticen estas mínimas cosas habrá que desempolvar el Voto Nulo, repudio participativa un sistema corrompido y colapsado.