Movilidad, datos y ejemplo para una nueva visión

No cabe duda, la movilidad en Guadalajara es un problema urgente e importante. ¿Quién no se ha visto afectado recientemente por el incremento en tiempo de los trayectos?, pero no es un problema nuevo.

En 2001 se publicó en Guadalajara un estudio sobre el tema de movilidad; este documento desarrollado por el ITESO y el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Vialidad y el CEIT (Centro Estatal de Investigación de la Vialidad y el Trasporte), afirmaba en su introducción: “El actual modelo de movilidad se encuentra agotado, por lo que urge hacer una transformación del mismo, que conduzca hacia un modelo de movilidad urbana sustentable”.

En ese estudio ya se hablaba de desequilibrio en la movilidad urbana, afirmando que casi todas las inversiones en la materia estaban dirigidas a facilitar el acceso en automóvil; los autos particulares se estimaban entonces en 750 mil, siendo responsables de sólo el 30% de los desplazamientos, consumiendo gran parte del combustible fósil destinado a la ciudad, y “responsables del mayor número de accidentes viales y buena parte de la contaminación ambiental”. En esa fecha se hablaba de 4.6 habitantes por automóvil.

Han pasado ocho años desde la publicación de ese documento y ya duplicamos el parque vehicular… Ahora son más de un millón 500 mil vehículos automotores que siguen moviendo sólo al 31% de la población, pero son responsables del 95% de la contaminación de la ciudad (según el inventario de emisiones elaborado por la Semades). Ahora se habla de 2.3 habitantes por automóvil. Todo indica que los datos y recomendaciones del estudio no fueron atendidos.

Los arquitectos británicos Alison y Meter Smithson afirmaron: “La movilidad se ha convertido en la característica de nuestra era. Movilidad física y social, el sentimiento de cierto tipo de libertad, es uno de los aspectos que mantiene unida a nuestra sociedad, y el símbolo de esa libertad es el automóvil particular”. ¡Pero lo afirmaron en 1958!.

Hoy, esa visión no tiene nada que ver con las políticas que en el tema de movilidad se han aplicado en Londres. Desde la estrategia en materia de transporte del alcalde Ken Livingstone en 2001, la implementación de la tasa de congestión en 2003, los sistemas de autobuses, hasta la acciones más recientes del alcalde Boris Johnson, quien presentó un proyecto que, según sus palabras, “va a experimentar toda una revolución”: la construcción de 12 grandes autopistas para bicicletas, como parte fundamental de su política de estímulo al transporte no motorizado en la capital británica.

La visión del uso del automóvil particular como símbolo de libertad ha sido absolutamente superada. El uso del trasporte público, la recuperación de espacios públicos y el cuidado del medio ambiente son los verdaderos objetivos de nuestra era, la del 2009, no la de hace 50 años.

Por eso resulta sintomático y preocupante que al mismo tiempo que en Londres comenzaban a tomar medidas serias en cuanto a movilidad, aquí se presentaban estudios similares, se sugerían acciones, pero no se hizo nada. En Londres se siguen emprendiendo acciones, la ciudadanía sigue exigiendo mejoras en asuntos medioambientales, en las características de sus calles y en el transporte público.

El trabajo antes mencionado fue hecho por el Gobierno del Estado; no puede ser desconocido, por lo que se ha actuado por omisión. Es evidente que no tenemos un plan de movilidad integral, por lo tanto, tampoco un plan de ciudad; pero lo tenemos que hacer, tenemos que aspirar a construir una nueva cultura de la movilidad.

Hoy la participación ciudadana hace evidente la ausencia de una dirección clara en estos temas, mientras no se ponga sobre la mesa lo que queremos lograr como metrópoli, cómo lo vamos a hacer y establecer acuerdos, el desgaste hará muy difícil construir un futuro adecuado.

alfredo@infotectura.org