Mirar a las víctimas

Ha sido del conocimiento público: el alcalde de Tlajomulco ha tenido que exigir que la Procuraduría General de Justicia de Jalisco (PGJE) haga su trabajo. El motivo: la detención de adultos por la Policía en una casa donde circulaban niños y niñas semi desnudas, algunas de ellas drogadas, que fueron ofrecidas con descaro a los agentes para uso sexual, como pago en especie para que no se llevara a cabo la detención.

Vergüenza para Jalisco. Y más cuando muchos de los detenidos han sido liberados, y algún servidor público de la PGJE se ha excusado en que las niñas no habían presentado denuncia. Como si no existiera el deber de actuación de oficio en algunos de los varios delitos que en este caso parecen configurarse.

Ha habido una promesa del procurador de esforzarse más, tras la muestra de parte del presidente municipal, Enrique Alfaro, de una carta de cerca de 200 vecinos que se quejan de ese tipo de reuniones en la aludida propiedad.

No consignar reflejaría un desconocimiento del abordaje del delito de trata de personas (sobre todo cuando tiene propósitos de explotación sexual y afecta a niños y niñas), ya que es un delito que se da con abuso de poder. Sus víctimas son asustadas, despojadas de su autoestima, amenazadas e incluso drogadas en muchos casos para mantenerlas sumisas.

En la averiguación previa no puede desaprovecharse la flagrancia que resplandece con el valiente testimonio policial, la presencia y condiciones en que estaban las propias víctimas y adultos, y el testimonio de los vecinos.

Quizá la PGJE deba rectificar, si no tomó en cuenta la edad o el género de las víctimas, a fin de atenderlas por unidades especializadas para su perfil y bajo un enfoque integral, o si no tiene un área especializada en violencia contra las mujeres que funcione adecuadamente. Esta misma semana, la Comisión Estatal de Derechos Humanos da a conocer una medida cautelar solicitada a la PGJE porque una mujer que presentó denuncia en la agencia para delitos sexuales fue intimidada en el interrogatorio. ¿Qué tipo de visibilidad tendrán las víctimas allí?

Una menor de edad abusada sexualmente no puede ser vista como una provocadora, excusa usada con frecuencia en el contexto de una cultura machista que sigue culpando a las Evas niñas de los pecados de Adanes raboversosos. Una niña, es decir, una menor de 18 años, es sujeto de derechos y requiere protección especial por parte del Estado. Hay delitos como la pederastia y la trata cuyas víctimas requieren visibilidad y cuidados especiales para animarlas a expresarse. Víctimas así deben ser atendidas en sitios donde se garantice su seguridad, por terapeutas especializados, que las acompañen eficazmente en el proceso de recuperación de su autoestima. Una víctima dignificada, fortalecida, podrá ser firme respaldo de un agente del Ministerio Público, y no se echará para atrás en un proceso penal. Estaremos atentos al desenlace.