Me divido, luego existo

El día que el PRD no tenga conflictos internos es porque ya no existe. Es decir, los pleitos recientes entre la fracción udegeísta del PRD, que tiene el control del partido desde 1995, y el resto de los grupos, encabezados por Enrique Alfaro, es sólo un episodio más de una novela del canal de las estrellas. Cada tres años alguien encabeza una guerra contra el grupo de control del PRD y aunque nunca nadie ha logrado quitarles la dirigencia, también es cierto que el partido es una mezcla amplia de intereses.

El argumento fundamental de los detractores del Grupo Universidad en el PRD es que lo verdaderos intereses de la Universidad están en el PRI y que el partido está condenado a ser un enano mientras este grupo lo controle. Hay una parte cierta en este argumento y otra quimérica. Es cierto que en las coyunturas recientes la polarización PRI vs. PAN ha dejado claro que la posibilidad de crecimiento del PRD está en quitarle votos al PRI y que la dualidad de intereses del Grupo Universidad hace terriblemente sospechoso que quien dirige de facto al PRD, tenga su corazón en el PRI. Por el otro, es claro que la izquierda en Jalisco no es la consentida de la afición. La votación máxima que ha tenido la izquierda fue en la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, cuando llegó a 22% en el Estado, pero en la siguiente elección, la de gobernador, la votación cayó a 6 por ciento.

Como PRD, las votaciones históricas de ese partido las han tenido Raúl Padilla que logró 17% como candidato a diputado, y Tonatiuh Bravo, que como candidato a la Presidencia Municipal de Guadalajara es el único que ha tenido una votación de dos cifras. En ambos casos el apoyo de la Universidad fue claro, abierto y unívoco. Es decir, la paradoja del PRD es que necesita del Grupo Universidad para crecer y que no crece porque el Grupo Universidad no quiere.

El líder del PRD en el Estado, José Antonio Magallanes, está seguro que detrás de las movilizaciones de Enrique Alfaro están el PAN, El Yunque y todos los malos de la pradera.

Si en algo se parecen la extrema derecha y la extrema izquierda es en el pensamiento paranoico. La declaración de ayer de Magallanes en el programa de Jorge Robledo en W Radio, acusando al Yunque de amenazar al PRD y justificando el desplegado en defensa de Raúl Padilla, no tiene desperdicio: “Dos coincidencias hacen tendencia”. Ése es el principio del complot, la capacidad de conectar hechos que no están positivamente conectados, para alimentar una visión persecutoria y, como diría Buzz Ligthyear, de ahí al infinito y más allá. Con Yunque o sin él, el PRD tiene, como cada tres años, que entrar en un proceso de jaloneo interno que es parte de su naturaleza: si no se divide, no existe.