Madero, la sana distancia

Con un abrazo para Luis Herrera

Después de la estridencia de Manuel Espino, el fracaso electoral por soberbia de Germán Martínez y la ofensiva frivolidad de César Nava, nos hace falta la ecuanimidad, la prudencia en la conducción del partido, y eso lo tiene Gustavo Madero. Aunque algunos lo vean demasiado cercano a Felipe Calderón y hasta un tanto pusilánime, falto de carácter.

Eso me decía el viernes pasado un panista de toda la vida, de esos que llevan en la sangre, en la herencia, la militancia en el Partido Acción Nacional (PAN), porque ahí los criaron sus padres. No es consejero nacional, pero lo ha sido y conoce las entrañas del blanquiazul; ha vivido las duras y las maduras, y le duele lo que le ocurre a su partido con el desgaste de una década de poder. Era la víspera de la elección del nuevo jefe nacional del PAN, y la lucha entre el senador Gustavo Madero y el diputado Roberto Gil estaba en la cúspide.

Seguidores del ex gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, iban reduciendo sus apuestas en su favor y se conformaban con que al llegar a la inminente segunda ronda de la elección del sábado 4 de diciembre, el ahora diputado federal jugara un papel decisivo para inclinar la balanza a favor de Madero. Ya se había formado el bloque opositor a Gil y se perfilaba claramente que el senador chihuahuense se convertiría en el nuevo dirigente panista, como finalmente ocurrió.

Pasada la contienda, en la que después de un buen rato hubo competencia real, se van decantando las versiones de lo que realmente ocurrió en el entorno del Presidente Felipe Calderón, y hay opiniones que coinciden en algunos puntos: primero, el Mandatario demostró tener un conocimiento absoluto de los hilos que se mueven en su partido a la hora de las decisiones; segundo, con gran maestría jugó a engañar con la verdad, porque alentó la entrada a la batalla del diputado Roberto Gil, cercano a sus afectos, para no perder el control de la elección y salir victorioso con el propio Gil (si se concretaba esa especie de insurrección calderonista, que fue más fantasía que realidad) o con Madero que, según algunas voces, fue siempre el preferido de la casa presidencial, no necesariamente de Calderón; tercero, que con el senador al frente de la dirigencia nacional será el “fiel de la balanza” al llegar la hora de elegir candidato presidencial para la elección de 2012, bien sea de las filas del PAN o de la participación ciudadana, como ya lo ha comenzado a deslizar el propio Presidente en entrevistas recientes.

En la lista de los prospectos internos, el gobernador Emilio González Márquez sigue apareciendo, aunque en un lugar discreto, como los panistas que son identificados (para bien o para mal) entre la ciudadanía. La elección de Madero, quien todo el tiempo fue respaldado por el operador emilista, Herbert Taylor, podría darle un empujoncito a las probables aspiraciones del gobernador de entrar a la lucha por la candidatura.

De ahora en adelante, además de depurar el partido, fortalecer sus estructuras y reforzar su identidad con programas de gobierno que reflejen sus Principios de Doctrina, Gustavo Madero tiene el enorme reto de mostrar que sabrá guardar una sana distancia con relación a la voluntad de Calderón.