Los argumentos del BRT

A estas alturas, para quien haya seguido con un mínimo de atención y responsabilidad las discusiones en torno a la movilidad en Guadalajara, es claro que el sistema BRT –conocido aquí como Macrobús– es la alternativa posible y conveniente para comenzar a resolver la gravísima problemática del transporte público metropolitano.

Nadie duda de las bondades ideales de un sistema de Metro; o de las ventajas del Tren Ligero. Pero, si se consideran los análisis fríos de viabilidad económica y financiera, se concluye en el aterrizaje en nuestra realidad. La actual densidad de población tapatía, y las características económicas locales, no son suficientes para generar y sostener estos sistemas (misma conclusión, de paso, a que han llegado decenas de ciudades en todo el mundo).

Los tiempos están corriendo. Sería muy costoso el perder las oportunidades que la coyuntura administrativa presenta (Fonadin, etc.) en aras de la consuetudinaria propensión a discutir ad nauseam los temas, o a seguirlos partidizando en perjuicio de todos. Existen los análisis y estudios, las argumentaciones, las razones.

Hay un punto que se ha venido discutiendo, concerniente a la Línea 2 del Macrobús, y que sería necesario discernir con la lucidez que el tema requiere. Se trata del paso de los camiones articulados por las avenidas Alcalde-16 de Septiembre. En la propuesta oficial se plantea la peatonalización de este corredor, de Juan Álvarez a Revolución (del Santuario a San Francisco), como parte de la introducción del sistema en el Centro metropolitano. Esto, sin duda, plantea una serie de retos.

El más importante tiene que ver con lo que la anterior medida comporta: una reordenación general de la movilidad en el primer cuadro de la ciudad. Es más que tiempo para el desgastado Centro de ordenar la manera en que actualmente el tráfico lo satura y lo ahoga. Existen ya los estudios que respaldan e indican las medidas a tomar para hacer posible esta reorganización. Al hacer más lógica y coherente la movilidad en la demarcación, la accesibilidad general se incrementaría, el comercio se vería estimulado y el atractivo general del Centro como lugar de destino, estancia y habitación, se incrementaría significativamente. Sería además un paso fundamental para ordenar el funcionamiento del transporte colectivo convencional.

Tener un corredor peatonal, ciclista y de transporte colectivo a través del corazón de la ciudad reimplantaría definitivamente la primacía del espacio público, secuestrado actualmente por el abuso del automóvil particular, en Guadalajara.
 
Posibilitaría una nueva manera de habitar el Centro (continuando con los principios de una de las prácticas más exitosas que se han dado en la ciudad: la vía RecreActiva). Está más que comprobado que las peatonalizaciones bien proyectadas e instrumentadas aumentan muy significativamente la habitabilidad de los entornos en que se implantan.

La Línea 2 del BRT o Macrobús puede ser un instrumento esencial para mejorar la movilidad de la ciudad y para revitalizar el Centro tradicional. Es obvio que hay que aprender de la experiencia y mejorar o corregir aspectos existentes en la Línea 1. Pero es tiempo de afrontar las decisiones y pensar en el futuro de Guadalajara.