Sábado, 23 de Noviembre 2024
Jalisco | Según yo por Paty Blue

Llanto, moco y pataleta

Pronto me percaté de que el empecinado infante atosigaba a su progenitora para que le comprara una paleta

Por: EL INFORMADOR

Para aplicar una tregua a mis andanzas y dar cuenta de una deliciosa paleta de arrayán que me atemperara el ajigolón vespertino, temporalmente compartí banca con una dama que hacía lo propio en un soleado centro comercial.  Iba yo por el segundo lengüetazo a mi golosina cuando la aludida, con un volumen que la sana discreción y yo misma hubiéramos demandado menor, la mujer se dirigió tonante hacia el pequeño que reclamaba su atención. “¡Con un demonio! ¡Ya te dije que no, y si sigues moliendo, te voy a castigar! ¡Ya me hartaste!
    
La sola mención del maligno me advirtió que aquella estridente señora no sólo estaba recurriendo a una instancia extrema para imponer su autoridad, sino que ni cinco chamucos juntos conseguirían que el chiquillo se sosegara y dejara de hacerla desatinar ante la nutrida concurrencia que deambulaba distraída, hasta que aquel estentóreo desencuentro filial llamaba su atención.
   
¡Pero vas a ver, llegando a la casa, cómo te va a ir!, rugía amenazante frente al mocoso que le jaloneaba la bolsa y el ánimo, sin intenciones de cejar en su empeño de que le comprara quién sabe qué guzguera adicional a la media docena que ya se había embodegado y de la que su madre dio puntual descripción.

Pronto me percaté de que el empecinado infante atosigaba a su progenitora para que le comprara, justamente, una paleta como la que yo me estaba engullendo. Y como los chiquillos necios me caen bien gordos y las mamás que amenazan en vano, mucho más, con obsceno gozo di dos o tres lamidas y sendos chupetones a mi helado. Nomás faltaría que me sintiera yo culpable, por incitar los hostigosos empeños de aquel mocoso que me agarró de pretexto para seguir fastidiando a su madre.
Lágrima, moco y sonoro berrinche invirtió aquel infante, sabedor de que no hay mejores recursos para doblegar a una madre que, con tal de no seguir oyéndolo, se levantó para adquirir la codiciada paleta que con rudeza lanzó sobre el chiquillo, junto con un montón de adicionales amenazas y prohibiciones que habrían lugar en cuanto el reporte correspondiente llegara a oídos de su padre, quien le ajustaría las cuentas.

Fue entonces que pensé que no en balde mis cuatro hermanos y yo salimos tan derechitos. Y no porque fuéramos unos panecitos enmielados ni un dechado de virtudes, sino porque bajo la paciente pero enérgica tutela de una madre como la que tuvimos, quien no soltaba promesas como candidato en campaña, ni amenazas que no cuajaran en castigo, no había manera de torcerse hacia vericueto que no quedara en sentido recto. Por la buena, regular o mala, conseguimos asimilar que no siempre se puede uno salir con la suya.

A temprana edad aprendimos, creo yo, eso que ahora con tanta propiedad enuncian como capacidad de tolerancia a la frustración, bajo la silvestre percepción de una mujer que ni siquiera completó la primaria, pero que le sobraba inteligencia para saber cómo plantarse, sin violencia ni zarandeos verbales, frente a los embates y demandas de sus hijos. Cuando decía no, sin excusas ni atenuantes, sabíamos que la hoja no tenía vuelta y que la terquedad nos convendría más guardarla para causas que en verdad lo ameritara.

patyblue100@yahoo.com

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