Levantar la mirada

A la metrópolis le quedan chicos los municipios, o a los municipios les queda grande la metrópolis. Como sea, lo cierto es que para una ciudad como Guadalajara el esquema municipal es una traje que ya comienza a aventar botonazos porque el niño que lo usaba creció, y de qué manera. Hace 18 años, cuando candidato del PRI y alcalde electo eran sinónimos, Enrique Dau comenzó a hablar por primera vez de la necesidad de metropolizar varios de los servicios que prestan los ayuntamientos. Por la cultura política de la época y por el liderazgo que ejercía el alcalde tapatío todo parecía ir sobre ruedas, pero en el camino se atravesaron Pemex y el  22 de abril.

De entonces para acá, la planeación metropolitana sólo ha dado tumbos. Más que esfuerzos, lo que han existido son discursos y eso sí, viajes de todos los alcaldes a conocer el mundo y las administraciones de ciudades donde confluyen varios municipios. En el trienio pasado se conformó la asociación de municipios metropolitanos que poco pudo hacer más allá de ponerle el nombre de Gran Guadalajara, que nadie secundó, y pintar las patrullas del mismo color, un gran esfuerzo que duró lo que duran dos cubos de hielo en un vaso de whisky (Sabina dixit) pues los nuevos alcaldes repintaron de volada para no tener nada que ver con las anteriores administraciones. Los nuevos alcaldes pronto retomaron algunos asuntos de la agenda metropolitana, pero dejaron fuera a Tlajomulco con el más técnico de los argumentos: es de otro partido.

Ayer comenzó a discutirse en el Congreso la Ley de Coordinación Metropolitana y dentro de ella un Instituto Metropolitano de Planeación. Pero los diputados comenzaron con el pie izquierdo. Lo que están planteando es una órgano burocrático con una junta de gobierno tipo el SIAPA, que lo único que va a generar es burocracia. Lo que necesita Guadalajara es un órgano técnico e independiente, que pueda planear el desarrollo de la metrópolis a largo plazo, y cuyos nombramientos vayan más allá de las administraciones municipales y estatales. Conociendo a nuestros políticos, existe un alto riesgo de que lo que nazca del Congreso sea un a criatura obesa e inútil que sólo sirva para darles chamba a los compadres y para gastar más lana en burocracia.

Un verdadero órgano de planeación metropolitana cuyas decisiones fueran vinculantes, es decir de observación obligatoria para los alcaldes, nos hubiera ahorrado, por ejemplo, el desgaste de la discusión sobre el sistema de transporte (no sé si hubieran optado por BRT, tranvía, choribús o por súper magneto, pero la decisión que hubieran tomado, se habría operado) o los absurdos obstáculos del Gobierno del Estado a la pavimentación con  concreto.
Guadalajara necesita quién piense la ciudad entera, y esos por definición no son los alcaldes. Guadalajara necesita quién la planee a largo plazo, y esas por definición no son las administraciones municipales. Guadalajara necesita certeza, y esa por definición no  puede estar sujeta a la política. Guadalajara necesita levantar la mirada y esa por definición, no puede estar sujeta a la próxima elección.