Viernes, 29 de Noviembre 2024
Jalisco | Misiva por Guillemro Dellamary

Legalizarla o no

A mucha gente le preocupa la palabra legalizar, porque piensan que se trata de que cualquiera pueda apropiarse del uso de las drogas

Por: EL INFORMADOR

Al menos ya es un debate público y no sólo un asunto de expertos o de trasnochados. Enfrentar el problema del narcotráfico, como un problema de seguridad por ser parte del crimen organizado, o hacerlo un problema de salud pública, es el verdadero debate.

A mucha gente le preocupa la palabra legalizar, porque piensan que se trata de que cualquiera pueda apropiarse del uso de las drogas y dejarlo a la voluntad de los adictos, lo cual aumenta el riesgo de que nuestros hijos las tengan mucho más a la mano que ahora.

Pero la realidad es que no es así, se trata, más bien, de regular a quiénes, en dónde, cuándo y a qué consumidores se les va a dar acceso a estas drogas. El verdadero sentido que tiene una medida regulatoria es establecer el control de una actividad, que hasta ahora está en manos del mundo clandestino y en personas desconocidas.

Lo primero que deseamos es que se tenga un claro conocimiento de quién las produce, las transporta y las vende. Que nada de ello suceda en lo oscuro y con el desconocimiento de las autoridades. En la medida que se conozca y regule esta actividad, tal y como se hace con miles de otras, las cosas estarán mucho más bajo control y sometidas a los procedimientos habituales que establece un Estado de Derecho, pues hasta ahora la producción, comercio y venta de drogas se mueven en una absoluta anarquía.

Es peor que estos productos circulen fuera de la Ley, a que se sometan a ella. Que nadie ni nada debe estar fuera de la Ley. Cuando esto pasa, se convierte en un caos, simplemente porque cae en el arbitrio del poder y de los intereses de grupo.

Entremos sin miedo a poner bajo la lupa de la sociedad el uso y consumo de todo tipo de drogas. Es mejor saber quién las usa y atenderlo en forma debida, que dejarlo en manos de los traficantes y explotadores. Es mucho mejor que esté con médicos y terapeutas, que con comerciantes y estafadores.

Pasar el asunto a un problema de salud pública es entregarlo a que quede en manos de los laboratorios, las farmacias y el personal médico y asistencial especializado en el tema, y no a seguirlo dejando en manos del crimen organizado, los corruptos y comerciantes clandestinos.

La verdad, prefiero que enfrentemos el tema como un problema que tiene que ver con las adicciones y, en consecuencia, con la salud de los consumidores y familiares, a que siga siendo un asunto de policías, judiciales y ahora hasta de militares.

Mil veces más deseo que el dinero se invierta en clínicas de rehabilitación, en centros de salud, en capacitación de personal especializado, en la prevención, la educación y el deporte, que en invertir en armas, helicópteros y personal entrenado para matar.

Me quedo con los que cuidan la vida y no los que tienen por solución matar o meter a la cárcel.

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