Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Por: Juan Palomar Verea

Las posibilidades de la ciudad

LA CIUDAD Y LOS DÍAS

Por: EL INFORMADOR

Guadalajara es, en ciertos sentidos, un territorio inexplorado. Es, además, una ciudad bastante joven, con sus 467 años cumplidos de existencia formal. Durante gran parte de este tiempo, el embrión urbano que fue la Guadalajara colonial progresó a duras penas. Su extensión territorial era muy limitada, y su morfología respondía puntualmente a la planeación bidimensional de las Ordenanzas de Felipe II. El trazo en damero, y las manzanas uniformes, respondían a la síntesis renacentista que el rey español y sus consejeros adoptaron como modelo ideal para el desarrollo, indiferenciado en los vastos dominios del imperio, de las nuevas urbes.

Primero vino la lenta conurbación de Guadalajara con sus barrios periféricos: San Juan de Dios y Analco, Mexicaltzingo, Mezquitán. Apenas fue con la segunda mitad del siglo XIX cuando la mancha urbana tapatía comenzó su despliegue hacia el poniente y el oriente.

Este fenómeno habría de acentuarse con el porfiriato y multiplicarse con los disturbios de la Revolución. De esta época data el relativamente rápido desarrollo del barrio del Santuario, en donde muchos inmigrantes, en buena parte alteños, se asentaron. Hacia el oriente, extensos potreros fueron fraccionados y destinados a albergar, sobretodo, a las clases trabajadoras. (Una excepción: la fallida Colonia Española, que tuvo como eje a la actual calle de Belisario Domínguez. Aún pueden observarse los restos de algunas casonas allí edificadas durante algún tiempo y luego abandonadas.) Hacia el poniente comenzaron los desarrollos para las clases más pudientes: las colonias Reforma, Francesa, Americana, Moderna.

El viento sur tuvo desde la introducción del ferrocarril una barrera significativa en el trazado de las vías. El norte presentaba algunas dificultades topográficas: la serie de barranquitas que surcaban buena parte del territorio. Sin embargo, al promediar el siglo XX sobreviene una etapa de auge urbano que crecería gradualmente hasta devenir una verdadera explosión gracias al incremento demográfico, la inmigración y la especulación inmobiliaria. Importantes contingentes poblacionales ocuparon extensas colonias irregulares en la periferia.

Todo a lo largo de este trayecto la cuadrícula, el viejo trazo en damero, predominó como modelo urbano, teniendo en la manzana tradicional su unidad esencial. Los accidentes topográficos, los límites de ciertas propiedades, la existencia de caminos y cauces dieron pie a diversas variaciones. Sin embargo, la horizontalidad que constituyó una de las marcas de nacimiento de Guadalajara ha sido casi omnipresente. Y ha causado, a la larga, un enorme dispendio de espacio, infraestructuras, energía, tiempos de recorrido, etc.

Muchas zonas de la ciudad tienen grandes posibilidades de encontrar otras formas de desarrollo, en donde una sensata densificación permita un aprovechamiento más intenso del territorio urbano. Esto, respetando la unidad esencial y generosa de la manzana urbana. Las alternativas son muy amplias. Corresponde a esta generación explorar, y encontrar, nuevas maneras de seguir construyendo la ciudad en términos más racionales, más justos, con mayor riqueza y calidad de vida urbana.

jpalomar@informador.com.mx

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