Viernes, 29 de Noviembre 2024
Jalisco | Rostros de la crisis

La sonrisa de un payaso “auténtico”

Raúl Hernández teme que se agoten las oportunidades para los actores de su tipo, pero su mayor recompensa, dice, son los “cinco mil aplausos y las tres mil sonrisas” de su público

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- La primera vez que pintó su rostro, no sabía a ciencia cierta la imagen que se reflejaría en el espejo, la cual reveló su inicio en un arte difícil de aprender. Trazó sus últimos bocetos a conciencia para entregarlos a los profesores durante su estadía en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Guadalajara, en donde obtuvo un título que aún no ha enmarcado.

Disfrazar su cara obedecía a otra inquietud, teñida de travesura y fascinación por el arte. Delinear los ojos  con un lápiz  de mamá, embadurnarse las pestañas con rimel, y sentir un leve peso en los párpados por la carga de pintura que no aprendía a dosificar; las mejillas color pastel, y la expresión de sorpresa al enfrentar su propia imagen, le valieron saber que era un payaso.

Así, desde 1993, Raúl Hernández acude regularmente a una plaza pública, con un atuendo lo bastante estridente como para salir de tono en pleno siglo XXI. Saca un espejo de su mochila, se maquilla con la rapidez y experiencia que le han legado 16 años y aparece a escena. Primero con gritos y haciendo uso de artefactos como silbatos para llamar la atención. Después, congrega a más de cien personas y ayudándose de éstas construye una historia que al final del acto de 30 minutos, le redituará en “cinco mil aplausos y tres mil sonrisas”. Lo suficiente para preferir la calle a buscar un sueldo fijo en alguna empresa, con un horario fijo de ocho horas.

A Raúl lo que le llena es la “payasada”, así mantiene a su esposa y dos hijos. Es un oficio noble, se trata del factor riesgo que a cada gesto y paso, sonido o grito, provoca en el momento exacto en que se echa un pedo, cae o llora, imita o se escandaliza por algún inquilino no grato en la función. Raudales de risas brotan al unísono en ese círculo que presidiría a los teatros griegos.

Porque las gradas ahí, en donde él hace reír, ni siquiera son necesarias. Los niños se sientan al ras del piso y los abuelos se recargan en sus bastones, algunos padres levantan a sus hijos sobre los hombros y las mamás se resguardan tras sus maridos para no ser exhibidas. En el espectáculo de Raúl los protagonistas son los espectadores y los espectadores se sienten parte del espectáculo; “gente que en su vida ha ido al teatro”.

La cuarta pared, uno de los pilares de la teoría teatral contemporánea es conocida y despreciada por Raúl. Dice “estar dentro del oficio, no aún como un maestro, pero sí como un amante”. Y es que su formación no fue sólo en la calle. Se diplomó en Artes Plásticas e imparte clases de mima corpórea; pero no es suficiente para ganarse la vida.
“Quisiera darle un sustento a mis hijos, un patrimonio, porque tengo la necesidad de pagar renta, lo que gano como maestro no me alcanza para tener una prestación de seguridad decorosa y obtener una casa. Espero al cabo de los años retirarme de esto y emprender un negocio que me pueda hacer autosuficiente. No quiero causar después lástimas aquí”.

Cuestionado sobre por qué causaría lástimas haciendo algo que ama, responde que “con el tiempo pierdes habilidades, de repente ya no gesticulas igual, tu cuerpo no tiene el mismo desenvolvimiento, te vuelves más lento. Será suficiente transmitir mi experiencia a gente que la valore y así quede.”

La vida le ha dado a Raúl varios maestros a los que agradece y recuerda con cariño: “Moisés Quiroz Mora, el mimo Giovanni quien me inició. Rogelio Aguirre, ellos han sido mis guías”. Pero también a sus dos hijos. Su caracterización como payaso está inspirada en los gestos de niños, de ellos toma la gracia e inocencia, pero también la picardía que deja asomar a escena y le dan la personalidad que lo distingue de los demás payasos con que alterna el foro “prestado” por el Ayuntamiento de Guadalajara.  

Para este payaso, las productoras locales de teatro se han preocupado poco o nada en darles cabida a más payasos “auténticos”, mientras que con el “boom” del género “clown”, hay convocatorias recurrentes para un reducido de actores.

“Siempre nos ha apoyado la Secretaría de Cultura para presentarnos, ahorita tenemos un permiso hablado con el Ayuntamiento, cuando años atrás lo teníamos escrito. Hasta ahora no nos han molestado, pero sí guardamos todos el encabezado ese del periódico en el que sentenciaban que mimos y payasos no iban a trabajar en la vía pública. Por eso….tengo miedo”.

''Siempre nos ha apoyado la Secretaría de Cultura para presentarnos; ahorita tenemos un permiso hablado con el Ayuntamiento, cuando años atrás lo teníamos por escrito''.

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