Viernes, 22 de Noviembre 2024
Jalisco | Saben que están en zona de riesgo y deben reubicarse

La presa El Ahogado es el vecino de la familia Hernández Vargas

Don Víctor vive con su familia en dicha zona desde hace más de un año

Por: EL INFORMADOR

Que la familia Hernández Vargas desaloje depende de la inmobiliaria que los llevó a esa zona.  /

Que la familia Hernández Vargas desaloje depende de la inmobiliaria que los llevó a esa zona. /

TLAJOMULCO DE ZUÑIGA, JALISCO (04/SEP/2012).- El sueño era construir una casa con vista al campo, abrir dos negocios: una tienda de abarrotes y un negocio de materiales para la construcción. Todas esas ilusiones se vinieron abajo, cuando la familia Hernández Vargas se enteró que su terreno, comprado a 600 pesos el metro cuadrado, estaba dentro del vaso de la presa de El Ahogado, por lo que vivir ahí es un riesgo.

No es la primera vez que Víctor Manuel Hernández, de 35 años, compra un terreno en zona de riesgo, "a mí ya me había pasado con ellos --una inmobiliaria--", pero no recuerda el nombre, dice este padre de familia y albañil.

Su otra casa estaba en el Periférico nuevo,  pero "hasta eso sí me han pagado", expresa Víctor Manuel, quien no tiene trabajo por ahora.

Desde hace más de un año, él y su familia --su esposa María Guadalupe Vargas y sus cuatro hijos-- tienen como vecino a la presa, uno que no es limpio porque su olor a aguas negras está presente, tanto que se olvida, así como los cientos de mosquitos, que como enjambre, se instalan sobre la cabeza.

Todos ellos tratan de llevar una vida ordinaria sin los servicios. Hay energía eléctrica, que llega a través de cables que Víctor Manuel compró, el agua sale de un pozo, pero no sirve para bañarse por eso hay siete garrafones llenos, que le cuestan siete pesos cada uno, le dan descuento por mayoría, cuenta.

En la mesa, junto a la estufa que está enfrente de las camas, hay un teléfono, "es de ésos de tarjeta", dice María Guadalupe, quien tiene dos vecinos más, pero no viven totalmente ahí.

Para llevar a la escuela a su hija Laura, de 12 años, le implica caminar una hora a la comunidad de El Zapote, donde hay una unidad de salud por si se necesita. Ellos aún conservan el registro de la tienda de abarrotes: dos latas de chícharos, Coca Colas, de 2.5 litros, y cervezas, las bebidas están frías porque está el refrigerador.

Su amor por esa casa no es tan grande, ellos saben que tienen que irse de ahí, pero dependen de la respuesta y las negociaciones de la inmobiliaria, que por segunda ocasión les ofrece un hogar efímero.

EL INFORMADOR / MAYRA TORRES DE LA O

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