''La fiesta de las corbatas rojas''

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAR/2013).-  No lo dijo el horóscopo del periódico, ni lo recomendó Walter Mercado, pero los políticos son intuitivos. Ayer, primero de marzo de 2013, había un solo “color para usar” aplicable a todos los signos del zodiaco: el rojo. No se alinearon los planetas, los que se alinearon fueron los invitados que no dudaron en ir casi uniformados: traje negro y corbata roja.

Cerca del mediodía, el patio mayor del Cabañas estaba repleto. No había un lugar vacío, hombres y mujeres transpiraban euforia en medio de un bullicio festivo. El mundo, el pequeño mundo de la clase política priista tapatía, salía de 18 años de oscuridad para celebrar la “nueva era”.

El sonido avisó que el gobernador estaba a punto de llegar. El traductor para sordomudos hizo una serie de señas con las manos que, suponemos, significaban más o menos eso mismo. Los flamantes secretarios y secretarias del nuevo gabinete tomaron sus lugares a los lados del estrado principal. Todos y todas de negro con corbata o mascada roja. En las pantallas gigantes apareció la imagen del gobernador; caminaba seguro, con un paso rápido, rodeado de guardias y comisiones de honor. Cruzó la capilla y entró al patio, techado para la ocasión, en medio de un gran aplauso. La cámara robótica hizo un paneo por encima de los más de mil invitados, casi todos hombres, casi todos de traje oscuro y corbata roja. El aplauso terminó y se hizo un gran silencio. Por las pantallas nos enteramos de que el gobernador había decidido saludar de mano, abrazo o beso a todos y todas las que estaban en el pasillo y las primeras filas. Alguien quiso romper el silencio incómodo con un grito: “Viva nuestro gobernador”, pero muy pocos respondieron. Antes de que se repitiera la escena de mal gusto alguien ordenó música: “Arránquense, muchachos”, y la banda entonó un pasodoble que convirtió la entrada triunfal en una auténtica partida de plaza.

Los del presídium tomaron su lugar. En un gesto que podemos interpretar como altamente republicano, el gobernador Aristóteles Sandoval y el presidente del Congreso, Miguel Castro, vistieron corbata plateada, pero para el presidente del Poder Judicial, Luis Carlos Vega Pámanes, la fiesta le ganó a la república; él también iba de corbata roja. Al Himno Nacional le siguió el de Jalisco, una melodía desconocida para la mayoría, pero que los asistentes siguieron en las pequeñas esquelas que repartieron en la entrada: “Jaliscienses, la patria nos llama/ tremolando el pendón tricolor...”

Finalmente, a las 12:20 horas el nuevo gobernador tomó la palabra. Inspirado y eufórico gritó: “La espera terminó” y dio inicio a la fiesta de las corbatas rojas.