Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

La favelización

Lo que está en juego es el futuro de la ciudad

Por: EL INFORMADOR

Una de las cosas que hizo caer a Monterrey fue perder los barrios. Son muchas las causas que llevaron al otrora paraíso de la seguridad a convertirse en lo que es hoy: una de las ciudades más violentas e ingobernables del país. Lo específico del caso Monterrey, lo que la distingue de otras ciudades, es que sus barrios cayeron en manos de la delincuencia. La favelización de Monterrey no se dio de un día para otro, pero fue un proceso mucho más rápido de lo que las autoridades regiomontanas fueron capaces de entender. Metidos en la lógica del conflicto político (un torpe alcalde panista y un soberbio gobernador priista) cuando despertaron, el dinosaurio había devorado a las colonias pauperizadas y abandonadas en los suburbios de la ciudad. El crimen organizado se adueñó de las pandillas y organizaron a los barrios para realizar bloqueos, protestas, rebeliones.

En Guadalajara estamos tan lejos de eso como lo estuvo Monterrey hace apenas unos meses. Los ingredientes de pobreza, pandillerismo, alto consumo de droga y presencia de crimen organizado están ahí, listos para crear la mezcla explosiva que ya vimos estallar en ciudad ajena. El único aislante posible de estos elementos es la presencia del Estado en los barrios. Es decir, la receta para que el crimen organizado no haga explotar la mezcla es que todas y cada una de las instituciones, estatales y municipales, que tengan presencia en el barrio, hagan su chamba para evitarla; que policía preventiva, escuelas, instituciones de salud, promotores del deporte, parque y jardines, trabajen coordinados. El problema de los barrios es mucho más que un tema policiaco.

Monterrey puede tener la excusa, la disculpa, que no lo vieron venir, que no tenían los elementos para entender lo que podía pasar. Nosotros no. Sabemos, por lo que ha pasado en otras ciudades que el elemento clave para perder una ciudad es la falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno. El diseño institucional de este país deja unas enormes lagunas en la responsabilidad y en las atribuciones de los diferentes niveles de gobierno, de manera que la eficiencia de las acciones queda en gran medida en la voluntad de coordinación que tengas las partes.

El Programa de Intervención por Objetivos (PIO) que el Ayuntamiento tapatío está aplicando en algunos barrios parece el camino correcto, pero no es suficiente ni por cantidad y porque no toca las áreas que le corresponden al Gobierno del Estado. Un programa similar, un PIO reloaded aplicado en todos los municipios y con la concurrencia del Gobierno del Estado puede ser una verdadero aislante del fenómeno de favelización. Eso requiere coordinación, pero sobre todo generosidad política, algo que desgraciadamente es hoy un elemento escaso.

Lo que está en juego es el futuro de la ciudad. Y hay manera de hacerlo de forma que todos ganen. Vale la pena.

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