Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | Crónica

La exhumación de la ''fosa'' de Huentitán

Familias de la asociación ''Que viva la calle'', así como estudiantes de la UdeG, limpian la zona de la barranca

Por: EL INFORMADOR

Brigadistas depositan los desechos en bolsas y costales; también los clasifican en vidrios, plásticos y basura en general. ESPECIAL  /

Brigadistas depositan los desechos en bolsas y costales; también los clasifican en vidrios, plásticos y basura en general. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (05/DIC/2011).- La Barranca de Huentitán es verde, pero huele a muerto. Toneladas de basura acumulada reposan en una fosa común debajo de los miradores. Desenterrar los miles de desechos que ellos no tiraron ahí es una tarea que se han echado a cuestas decenas de personas. Buscan rescatar un sitio convertido en vertedero. Exhumarlo.

Pareciera que los visitantes practican el “deporte” de lanzamiento de envases o de bolsas de frituras y lechuguillas. Desde los tres miradores del parque los paseantes observan no sólo el paisaje sino también cómo, en caída libre, llegan hasta el fondo los desechos que arrojan. Al parecer lo hacen de manera inconsciente y sin tener en cuenta el daño que provocan al medio ambiente.

Abajo del mirador, gusanos, arañas y cochinillas disfrutan un manjar con los desechos orgánicos, mientras los árboles y matorrales crecen incómodos. Y así vivirían el resto de sus días, a no ser por el grupo de voluntarios que durante un par de sábados han recogido enormes bolsas con residuos de todo tipo.

Con un guante en la mano derecha y un costal blanco en la izquierda, el grupo de jóvenes desenterraron, literalmente, a los “muertos” de la fosa de Huentitán, una mezcla de desechos que se encuentran entre la tierra húmeda, matorrales y árboles ubicados bajo uno de los tres miradores.

Empezaron a sacar botellas de refresco con líquido negro; parecían llenas con agua de pulpa de tamarindo. La fetidez a muerto no se iba. Vaciaron el espeso líquido para después aplastar el envase y meterlo en un costal. Recolectar la desperdigada basura era aparentemente interminable. Bajo sus pies existían varias capas: desechos, tierra, desechos, tierra y así sucesivamente, hasta llegar a una capa seca del suelo.

Arriba, familias enteras recibían los costales con los desperdicios encostalados. Eran jalados con las mismas cuerdas que a los voluntarios les sirvieron para rapelear y bajar al basurero. Luego, con la carga a cuestas, subieron centenares de escalones hasta llegar al centro de separación de basura. Ahí, alumnos del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara se encargaron de separar la mezcla heterogénea de desechos sólidos.

Desde uno de los miradores de Huentitán se puede observar el caudal espumoso del río. Para que la basura haya llegado hasta lo más profundo de la barranca debió descender, rodar, desplazarse a lo largo de varios kilómetros, burlando los troncos de los árboles y abriéndose camino entre los matorrales. Toda una plaga desechable que a su paso contamina vegetación y paisaje.

Ya arriba se puede observar cómo del lado izquierdo de los miradores la “selva” de concreto se ha comido a la naturaleza. Devorándola insaciable. La barranca colinda con colonias como Loma El Pedregal, La Higuera,  Flamingo y La Joyita. Los residentes cuentan con una excelente vista pero tienen a su lado un enorme basurero disfrazado de reserva ecológica.

Las “brigadas ciudadanas de limpieza ¡Que viva la calle!” es una Organización No Gubernamental formada, en primera instancia, por familias de la Colonia Seattle, de Zapopan. El arquitecto e iniciador de este grupo, Juan Ignacio Castiello, propone que para construir una mejor ciudad es necesario comenzar por lo básico: salir de la casa para barrer el pedazo de  banqueta que le corresponda a cada finca.

EL INFORMADOR / Julio González

PARA SABER
Acumulación de desechos


Según la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable de Jalisco, con los residuos generados en la Entidad durante un año se puede llenar nueve veces el Estadio Jalisco.

El promedio de basura sólida que genera cada habitante de la metrópoli es de 1.2 kilogramos diarios. Es como si llenaran una bolsa en el supermercado con seis naranjas.

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