Jalisco | Palestra 20 por Jorge O. Navarro La educación por las calles Manuel López Cotilla fue un adelantado a su época, aunque hoy pocos sabemos su aportación a la educación actual Por: EL INFORMADOR 26 de julio de 2010 - 04:46 hs El pasado 22 de julio, mientras la gente agotaba sus energías en la vorágine cotidiana del corazón de Guadalajara, en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres una corona floral rompía la rutina. Estaba puesta a los pies de la estatua de Manuel López Cotilla. Los peatones pasaban a toda velocidad sin siquiera mirarla. López Cotilla no es sólo la calle donde todos sabemos que se pueden cambiar dólares por pesos, o viceversa, ni tampoco la vía lenta donde los claxonazos de los desesperados automovilistas ensordecen a los transeúntes. Es, para los olvidadizos, el nombre de un auténtico hijo ilustre de esta ciudad y de este Estado, quien seguramente habría rogado permanecer en el anonimato antes que verse acompañado, a la izquierda de su broncínea figura, por algunos reconocidos motivadores sociales. La razón de la corona floral, recargada en el pedestal de don Manuel sin que a nadie le llamara la atención, era que justo un 22 de julio, pero del lejano año 1800, nació este caballero que años después —vivió 61, según consta en los libros de historia— ganó celebridad como uno de los primeros y más firmes impulsores de la educación en esta “noble y leal”. A estas alturas, acostumbrados como estamos a la masificación educativa (aunque no a la calidad de ésta) puede parecernos poco novedoso el empeño del señor López Cotilla. Pero tuvo su mérito, y bastante considerable. Para empezar, en los años cuando don Manuel era un chiquillo, el acceso a las aulas estaba reservado a unos pocos. No existía ni siquiera un México, así que mucho menos había una Constitución del país que proclamara, como hoy, que la educación básica, hasta la secundaria, es un derecho de todo ciudadano. Así las cosas, reconocido nacionalmente como un “educador progresista”, el caballero con cuyo nombre se bautizaron numerosas calles de ciudades y pueblos, trabajó como hombre público y hombre privado, para que se crearan las escuelas rurales, las escuelas de artes y oficios y lo que es más, pugnó por las escuelas nocturnas para adultos. Esta columna de opinión no aspira a ser bastante para homenajear a Manuel López Cotilla, pero sí alcanzan las líneas para apuntar, además, que siendo un hombre adelantado a su época, redactó reglamentos para la educación primaria, escribió libros de texto y defendió inteligentemente el control del Estado sobre la educación. En otras palabras, fue uno de los primeros mexicanos que cimentó lo que hoy llamamos, porque poco conocemos, como educación laica, sin monopolio del clero. Si ese Ilustre don Manuel se pudiera enterar cómo reprueban los maestros de educación básica un examen que debiera darles risa de tan sencillo; si escuchara dos minutos una perorata de la “lideresa moral” de los docentes, Elba Esther Gordillo, iría a juicio para exigir que borraran su nombre de las placas. Diría, quizá: “Si la educación está por las calles, no les pongan mi nombre. No es justo”. Temas Palestra 20 Lee También Los tormentos de la Presidenta ¿Sembrando vidas o sembrando dudas? A Claudita le fue de rechupete Trudeau no está de acuerdo con sacar a México del T-MEC: Sheinbaum Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones