Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Por Juan Palomar Verea

La ciudad y los días

Ciudad: el ruido y la conversación

Por: EL INFORMADOR

Gabriel Zaid ha recordado que la civilización se basa en una larga, ininterrumpida conversación. Un intercambio de pareceres y comentarios que respetan un mínimo de principios de urbanidad para su funcionamiento: hablar pero dejar hacerlo a los otros, oír con serena disposición las contribuciones de los demás. Una conversación, para serlo, requiere de una cierta medida de respeto, comedimiento, ponderación. De lo contrario el intercambio verbal se vuelve una acumulación de monólogos, opiniones inconexas, invectivas, descalificaciones que nadie realmente oye: se vuelve ruido.

La discusión urbana es un fenómeno relativamente nuevo en nuestro medio. Durante siglos, la ciudad se conformó a partir de ordenanzas, leyes, reglamentos y disposiciones adoptados verticalmente, con la autoridad como casi único actor. Fue hasta mediados del siglo XX, con la serie de medidas propuestas y llevadas adelante por el gobierno de Jesús González Gallo en el seno de la ciudad, cuando grupos aún reducidos de ciudadanos participaron en las discusiones al respecto. Los pequeños núcleos disidentes fueron oídos, pero sus razones no variaron el curso de las acciones emprendidas.

Hasta el último decenio del pasado siglo esa situación no cambió sustancialmente. El sistema imperante, aún ajeno a la democracia, determinó a través de los funcionarios en turno lo que sucedía en la urbe. Grandes obras, ampliaciones de calles y avenidas, renovaciones como la Plaza Tapatía: fueron decisiones fundamentalmente cupulares y verticales. Sólo instituciones como Pro Hábitat lograron erigirse en interlocutores de las decisiones oficiales, aunque con escaso impacto en los resultados finales.

La promulgación de la Ley de Desarrollo Urbano, en 1993, supuso la creación de la Procuraduría de Desarrollo Urbano, organismo encargado de defender los intereses de la ciudad. Este hecho, y las consultas públicas determinadas por la citada ley, han logrado en alguna medida oxigenar la discusión pública de los asuntos urbanos. Pero falta mucho por hacer.

La gran ausencia, que genera buena parte de la confusión en estos campos, es la de una idea clara y compartida de la ciudad deseable.
Y a partir de este modelo, de sus características comprendidas y aceptadas, se derivarían los enfoques sobre los muy diversos asuntos específicos. Igualmente, y quizá con mayor intensidad, el factor que aumenta la desorientación es el clima de crispación, de desinformación y con frecuencia de atención sesgada a agendas políticas con que muchas veces se abordan los temas de la ciudad.

De allí que lo que debiera ser una conversación, con argumentaciones, razones y pareceres ponderados, fácilmente se convierte en un ruido ininteligible que oculta y posterga las vías eficaces y democráticas para alcanzar acuerdos y consensos. Acuerdos que urgen para enderezar efectivamente los muchos retos que Guadalajara afronta.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones