La ciudad y los días

Ciertas noches de la semana es común oír, por ciertos rumbos de la ciudad, un rumor festivo y alborotado, que pasa rompiendo la rutina nocturna. Son alegres bandadas de cientos, a veces miles de ciclistas que toman gozosamente —aunque sea por un rato, por un trayecto— lo que es suyo: las calles, el espacio público de la ciudad. Risas, gritos, chiflidos, cláxones de ciertos automovilistas simpatizantes o irritados: es el ruido del cambio que viene.

Está visto que, del lado de los ayuntamientos, no parece haber mucho terreno para la esperanza de tener una mejor ciudad. El reparto, luego de tristes jaloneos, de los recursos del Fondo Metropolitano ha sido más que elocuente. Ninguna idea metropolitana, ningún concepto de una ciudad integral, muy escaso margen a la innovación, a la apertura de nuevos modos de hacer ciudad. Más de los mismo, y además, desorganizado.

Los intereses políticos, los cotos de poder, la inercia burocrática, la falta de lucidez urbana: eso se ofrece a la ciudadanía.

Planteamientos sensatos, como el de tener una policía metropolitana, que habría que madurar, formatear y llevar a la práctica, son desechados sin siquiera evaluarlos con un mínimo de seriedad y profesionalismo.

Por allí no vendrá una mejor ciudad. Una mejor ciudad vendrá del convencimiento y la acción de la gente harta de ver cómo su calidad de vida se deteriora aceleradamente. La ciudadanía rebasará de lejos al anquilosado medio oficial. Para esto, es necesario que los grupos organizados, y ya en esperanzador movimiento, como los ciclistas, asuman la tarea de plantearse un modelo global de la ciudad deseable, en la que haya cabida para una movilidad alternativa, pero en la que se integren las muchas otras piezas necesarias para recuperar a Guadalajara como un lugar adecuado para vivir.

Repasando muy brevemente: Se requiere lograr una ciudad compacta y sustentable, policéntrica y con núcleos autosuficientes, con una ciudad central renovada, una ciudad intermedia consolidada, una ciudad periférica controlada en su dispersión e integrada a su medio rural, una ciudad región controlada e integrada al desarrollo autosuficiente. Es indispensable descentralizar el equipamiento regional.

Además, tenemos que encontrar la manera de contar con agua limpia y suficiente, con más espacios verdes y áreas protegidas, con nuestros valles agrícolas productivos, desde luego con una movilidad sustentable, un aire limpio, un adecuado manejo de los residuos sólidos y una sensata prevención de los desastres naturales.

Pero también se requiere contar con una ciudad segura y honesta, amable y hospitalaria, que sea el asiento de una ciudadanía educada, culta y participativa.

Guadalajara requiere ser una ciudad competitiva: con una sociedad creativa e innovadora, una economía productiva. Una ciudad atractiva que proteja su patrimonio y lo sepa acrecentar.
Así que el rumor festivo y optimista de las caravanas nocturnas de ciclistas anuncia, quizás, la búsqueda de una mejor ciudad. Y más allá del justo reclamo por una movilidad más humana y sustentable, ojalá que ese rumor crezca, se organice, y asuma todo un proyecto ciudadano para hacer de Guadalajara el lugar que su gente quiere y necesita.

jpalomar@informador.com.mx