La ciudad y los días

Las ciudades se miden por la cuenta larga. Lo que las hace valer y ser apropiadas para albergar las vidas de sus habitantes es la cristalización de visiones que traspasan términos inmediatos, coyunturales, administrativos. Los trabajos que durante décadas realizó el Consejo de Colaboración Municipal, o la Junta General de Planeación y Urbanización del Estado son buenos ejemplos. Los períodos pasan, las personas cambian, lo que permanece y tiene vigencia es la continuidad de esfuerzos dentro de un camino consistente. Tuvimos, siempre hay que recordarlo, la prueba patente de ello: Guadalajara, a fines de los años sesenta, ofrecía muy favorables condiciones urbanas.

A estas alturas, parece haber un acuerdo generalizado -para tocar un tema de larga duración- sobre la conveniencia de contar con un sistema de movilidad multimodal que incorpore la continuación del sistema del Tren Eléctrico Urbano junto con otros sistemas como el Macrobús, los camiones convencionales, y la movilidad no motorizada. Es claro, también, que la Vía RecreActiva ha sido un notable éxito que favorece diversos aspectos de la convivencia urbana, y afortunadamente su extensión y alcances han venido ampliándose. La primera ciclovía formal, cumpliendo los últimos avances técnicos en este campo, tiene ya su primera etapa por Federalismo, y está a la espera de su continuación ya proyectada.

El centro metropolitano es un gran tema que merece la mayor atención. Los esfuerzos por mejorar sus condiciones llevan muchos años. La cruz de plazas de mediados del siglo pasado, la primera peatonización de la zona de la Plaza de la Universidad en los años setenta, la Plaza Tapatía a principios de los ochenta, el arreglo del barrio de las Nueve Esquinas en los noventas. Independientemente de los juicios particulares sobre la mayor o menor pertinencia o éxito de cada una de estas y otras medidas, ellas marcan una sostenida voluntad urbana por contrarrestar los problemas del corazón de la ciudad y darle mayor habitabilidad.

Los últimos esfuerzos representaron la renovación urbana de cerca de ciento cincuenta manzanas en el corazón de la demarcación, con una inversión sin precedentes. Dentro de este esquema se planteó, como un vector de impulso y articulación de la indispensable revitalización y densificación del centro, el Proyecto Alameda, que inicialmente albergaría la Villa Panamericana para después constituirse como un conjunto urbano mixto, integrador y articulador para los barrios y entornos vecinos. Circunstancias extraurbanas frenaron, que no cancelaron el planteamiento (que además puede ser válido para otros contextos de la ciudad central.) Actualmente la ciudad posee un muy valioso patrimonio en la reserva territorial constituida y en los regulamientos urbanos aprobados para su adecuado desarrollo.

Las oportunidades así construidas, dentro de una cuenta que excede a administraciones, coyunturas y personas, son activos esenciales para la ciudad. Y deberían ser sopesadas con serenidad y lucidez para ser aprovechadas en beneficio de todos.

jpalomar@informador.com.mx