La ciudad y los días

Según una reciente encuesta, de la que los medios han venido dando noticia, la Línea 1 del Macrobús (BRT) cuenta con una amplia aceptación por parte de sus usuarios. Es un dato relevante.

Obviamente, habrá suspicacias respecto a la metodología y la orientación de la mencionada encuesta. Sin embargo, las instituciones que participaron en ella, hasta donde se ve, parecen garantizar su seriedad. Habría que revisar, con serenidad, lo que esta muestra está diciendo.

Para nadie es un secreto, actualmente, que el muy grave problema de movilidad de Guadalajara no tiene soluciones sencillas ni únicas. La desafortunada politización del asunto degeneró en la “partidización” de diversos métodos de transporte. Según los colores de los gobernantes que realizaron las líneas de Tren Ligero y de BRT se tendió a alabarlos o denostar estos sistemas complementarios. Los camiones, se sabe, están allí desde hace mucho, y han tenido modalidades y adiciones durante los diversos gobiernos. La bicicleta no ha encontrado impulso como medio de locomoción, sino hasta últimamente. Más allá de estas discusiones, que tienden a nublar los criterios, conviene ponderar, a la luz de lo que el estudio realizado expresa, las cuentas que a poco más de un año de su funcionamiento entrega el Macrobús.

Y estas cuentas tienen que ser examinadas con una visión técnica, informada y desapasionada, a la luz de una visión general de hacia dónde encaminar las soluciones para la movilidad urbana en la metrópoli.

Se afirma que la línea que corre por la Calzada Independencia ha reducido significativamente los tiempos de traslado promedio de sus usuarios. Este hecho redunda indudablemente en un aumento en la calidad de vida de ellos. Los minutos, que acumulados llegan a sumar horas mensuales, representan ahorro en el recurso más preciado del habitante: su tiempo. Muy valioso tiempo que puede ser invertido en otras actividades.

Un porcentaje todavía reducido de usuarios, pero ya notable, afirma haberse decidido a dejar el coche en su casa para usar el Macrobús. Más de cuatro mil autos dejaron de circular por el corredor cotidianamente. Este hecho se encamina a consolidar uno de los objetivos con que fue concebido este sistema de transporte: desalentar, en bien de la movilidad general, el uso indiscriminado del automóvil particular. Es frecuente oír la queja de que el Macrobús “secuestró” dos carriles de las avenidas por donde transita.

Posiblemente éste sea un enfoque un tanto miope y limitado. Lo que se hace, en diversas partes del mundo con los sistemas BRT, es reclamar el espacio público en favor de las mayorías y en pro del interés general. Y, sí, desalentar el uso del coche.

También hay quejas: hace calor, hay horas en que las unidades están atestadas. Ambos defectos pueden ser corregidos con las medidas adecuadas. Ojalá que la ciudadanía, las instituciones concernidas, los encargados de los asuntos públicos, puedan continuar sensatamente con la discusión —con base en datos reales y comprobables— sobre cómo es más adecuado continuar los urgentes trabajos para el mejoramiento de la movilidad tapatía.

jpalomar@informador.com.mx