Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Por Juan Palomar Verea

La ciudad y los días

¿Qué es la calidad de vida urbana?

Por: EL INFORMADOR

Es la obtención de los satisfactores para un buen desarrollo individual y social en el ámbito de una ciudad. Suena simple, y debiera serlo. En la práctica es cada vez más complicado. Las ciudades se han convertido en tinglados confusos y contradictorios de los que la gente pide un simple soporte físico para irla pasando lo mejor posible. El deterioro de las últimas décadas ha sido muy severo. Las condiciones socioeconómicas son precarias para una gran parte de la población. Un clima de simple supervivencia nos ha hecho olvidar lo que le deberíamos pedir a la ciudad, lo que una buena ciudad es capaz de ofrecer a sus habitantes.

La insatisfacción y la adversidad del medio urbano han generado un clima generalizado que pareciera ser parte estructural del modus vivendi natural. Una falsa normalidad se ha hecho la costumbre.
Carencia de servicios, viviendas inadecuadas, contaminación de todos los órdenes, fragilidad ante diversos riesgos, inseguridad, desperdicio de entornos construidos completos, deficiente movilidad, deterioro del patrimonio edificado, degradación de los espacios de la periferia... la lista puede ser muy larga. Lista que, en mayor o menor medida, y siempre con inequidad, gravita sobre toda la ciudadanía.

Pero todo lo anterior está lejos de ser normal. Lo normal es que existieran las condiciones de gestión urbana que posibilitaran a la ciudad poner su potencialidad al servicio de la población. En términos estrictamente racionales, sería posible tener acceso a viviendas ubicadas en contextos integrados, en los que se tuviera al alcance de la mano los satisfactores cotidianos. Sería posible así contar con los servicios indispensables, aprovechar infraestructuras y equipamientos que ya existen, revitalizando entornos que han sufrido un largo proceso de erosión y despoblamiento. Sería posible abatir significativamente la contaminación atmosférica, auditiva, visual que se padece. Sería posible contar con un transporte eficiente, eficaz, digno. Sería posible conservar y adecuar imaginativamente el patrimonio edificado que ahí está.

Para lo anterior, es indispensable primero contar con un gran acuerdo metropolitano que establezca claramente las cualidades que le pedimos a la ciudad. Y que, efectivamente, puede ofrecer.
Borrando del imaginario colectivo la noción de que la adversidad que genera la ciudad es irremediable. Haciendo la crítica de los paliativos que ahora se utilizan, siguiendo la inercia negativa imperante: vivir más lejos y precariamente, vivir dispersos, encerrados e incomunicados; transportarnos con cada vez mayor dificultad y mayor costo social y ambiental, resignarnos a la contaminación y a la fealdad, invadir indiscriminadamente los valles agrícolas circundantes.

Hemos olvidado, como sociedad, que Guadalajara fue, en décadas no tan lejanas, un lugar satisfactorio para vivir. Y hemos renunciado, tácitamente, a recuperar esas condiciones. Sólo la lucidez y la decisión, establecidas mediante un acuerdo amplio y efectivo, pueden volver a situar a la ciudad no como el lugar a soportar, sino como el ámbito común que haga posible el adecuado desarrollo de cada habitante, de la comunidad toda.

jpalomar@informador.com.mx

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