Viernes, 22 de Noviembre 2024
Jalisco | La ciudad y los días por Juan Palomar Verea

La ciudad y la Revolución

Las grandes obras en curso eran los trabajos de pavimentación y la continuación del embovedamiento del río de San Juan de Dios, ya iniciadas bajo los regímenes del porfiriato

Por: EL INFORMADOR

Sin duda las consecuencias del movimiento revolucionario iniciado por Francisco I. Madero permearon todos los ámbitos del país. Sus efectos más visibles en términos urbanos en la ciudad de Guadalajara merecen una breve reflexión.

Una primera constatación: no había grandes reivindicaciones pendientes que hicieran variar sensiblemente el rumbo que llevaba la ciudad. Las grandes obras en curso eran los trabajos de pavimentación y la continuación del embovedamiento del río de San Juan de Dios, ya iniciadas bajo los regímenes del porfiriato. Ambos trabajos fueron reiniciados por los gobiernos revolucionarios de Manuel M. Diéguez, Manuel Aguirre Berlanga y José Guadalupe Zuno.

Una realización destacada, anterior a 1910, fue la Calzada Porfirio Díaz, construida sobre el lecho soterrado del río, en su primer tramo de Sur a Norte. Constituyó la pieza central de las mejoras materiales tapatías con motivo del centenario de la declaración de Independencia.  El advenimiento de la Revolución simplemente supuso una operación que inauguraría toda una tendencia: su rebautizo como Calzada de la Independencia. El impulso de esta medida, que intentaba trazar un gran bulevar sobre la cicatriz del río condenado, involucraba la creación de un espacio de encuentro y convivencia que facilitara la unión entre el Oriente y el Poniente citadinos. Muy parecida motivación fue esgrimida 70 años después para impulsar la construcción de la Plaza Tapatía.

Quizás la obra más emblemática de los regímenes de la Revolución haya sido la construcción de dos “Escuelas Modelo”, la Constitución y la Reforma, situadas al Poniente de la Penitenciaría de Escobedo, en el entonces extremo Poniente de la ciudad. Proyectadas por el arquitecto Alfredo Navarro Branca, las escuelas tenían el mismo sello ecléctico en su tratamiento estilístico que había caracterizado al régimen de Porfirio Díaz. Con el tiempo, una de las edificaciones se convertiría, mediante algunas reformas, en el actual Paraninfo universitario; la otra construcción fue por mucho tiempo la Escuela de Música que sería demolida en 1980 por la propia Universidad de Guadalajara.

Quizás lo que realmente fue significativo y acorde con los principios democratizadores de la Revolución resida en un nutrido grupo de acciones más sencillas y puntuales: las aperturas de calles que por diversos rumbos de la ciudad se realizaron. Los conflictos o mejoras a resolver tenían que ver con frecuencia con propiedades de la Iglesia o pleitos interpuestos por particulares. El impulso aperturista procuró a través de la ampliación de la red vial la obtención de una ciudad más igualitaria y fluida. (Habría que lamentar ciertas pérdidas patrimoniales: entre ellas, la mutilación de la iglesia de la Compañía para ampliar la calle de Galeana.)

Un renglón en donde el discurso de la Revolución sí pudo expresarse fue en el cambio de nomenclatura de muchas calles. Dice un folleto oficial de 1915, editado con motivo de la visita de Venustiano Carranza a Jalisco: “Se quitaron los nombres místicos en las calles y letreros religiosos en las casas así como nombres de cantinas.” Milenario recurso del poder: nombrar las cosas bajo las nuevas creencias o conveniencias.

jpalomar@informador.com.mx

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