Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | PERGEÑO POR VÍCTOR WARIO ROMO

“La Vida Que Se Va”

Hay episodios de la vida que, a la vez que causan conmoción, llevan a repasar cómo hace uso durante su vida del libre albedrío

Por: EL INFORMADOR

Simplemente Gracias.
En una novela de la que tomo prestado el título de esta columna, de 1999, por el periodista y dramaturgo jalisciense Vicente Leñero, se entrelazan elementos fascinantes de la realidad y la ficción sobre la historia de una mujer, maestra de ajedrez como el propio Leñero, y un periodista que pretende desentrañar las encrucijadas vitales de la dama.

“Pero ‘La vida que se va’ es también un debate sobre el libre albedrío. Conviene recordar en este punto que Leñero es un autor católico que siempre ha indagado en la relación entre la libertad personal y la obligación católica. ¿Con las decisiones que tomamos construimos nuestra historia o sólo la cumplimos?”, decía textual una reseña del libro de hace once años.

Esta novela del maestro Leñero, que devoré en cuanto estuvo en librerías, me vino a la mente, sobre todo por su título, a raíz de un trance personal por el que vengo atravesando. Y es que cualquier estancia en un hospital lo puede aproximar a uno lo mismo al milagro de la vida que a la tragedia de la muerte.

No es fácil conocer, por ejemplo, el caso de una persona de 61 años que sufre un derrame que prácticamente le inunda de sangre el cerebro y cierra de inmediato la puerta al avance de la ciencia hasta producir, apenas 48 horas después, un desenlace fatal. Complejo también es ver de cerca a un jovencito de apenas 21 años que ha sufrido un accidente al ser atropellado en su motocicleta, y luego de llegar por su propio pie y consciente al nosocomio, para luego quedar abandonado por sus fuerzas, haciendo casi inútiles los esfuerzos de la ciencia médica y colocando en un predicamento a sus padres, entre sus creencias religiosas y la claudicación de su fe.

Es duro, es sumamente complejo comprender la vida que se va, pero son situaciones que lo ponen a uno delante de su destino, y hay que tener claridad de mente para discernir y comprender que a veces la vida parece irse antes de la cita.

La reflexión es obligada y en algún momento es necesario afrontarla. No necesariamente se trata de espulgar hasta encontrar el catastrofismo; hay quienes encuentran esa reflexión en el optimismo y hasta en la ironía o el sarcasmo.

Hay episodios de la vida que, a la vez que causan conmoción, llevan a repasar cómo hace uso durante su vida del libre albedrío. De ahí depende todo, de ahí se resuelve, muchas veces, en qué momento se va la vida.

Por lo pronto, daremos vuelta a la página y, sin renunciar al libre albedrío, habrá que nutrirse más de las experiencias ya vividas.

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