Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | La inmediatez de la vida cotidiana

LA CIUDAD Y LOS DÍAS

Juan Palomar Verea

Por: EL INFORMADOR

La inmediatez de la vida cotidiana impide, de repente, tener una perspectiva larga de lo que va pasando en la ciudad. Es una queja reiterada, en todas las urbes cuya vida involucra un cierto dinamismo, la que atañe a las obras citadinas que es necesario soportar. Todas las grandes ciudades constituyen, casi permanentemente, el campo para obras de muy distintas naturalezas.

Resulta de la mayor importancia, para un adecuado acorde con lo que va sucediendo en el territorio urbano, entender que el contexto físico de la ciudad sufre un permanente e inexorable deterioro. Por el simple paso del tiempo, por el desgaste natural, por causas extraordinarias. Y es primordial revertir ese deterioro. También resulta necesario, aún vital, sustituir ciertas piezas del tejido citadino para que éste tenga la corporeidad requerida para albergar nuevos usuarios, usos y condicionantes.

Un muy respetado ingeniero civil, de edad ya avanzada, Miguel Aldana Mijares, vecino de una gran obra que se encuentra en su fase de terminación, fue cuestionado por algún otro usuario de la zona sobre las graves alteraciones que a este último le parecía que producían los trabajos. El ingeniero, veterano, célebre y entusiasta constructor, contestó: “Para mí, ese ruido es música en mis oídos.” El ingeniero hablaba de algo muy antiguo y muy actual: el vigoroso, esencial sonido de las cosas que nacen, que se renuevan, que progresan, que dan trabajo y esperanza. Sin esas cosas las ciudades no serían.

Claro que las obras son una lata. El simple arreglo de un aguamanil en una casa supone trastornos y molestias. Estas se multiplican cuando son obras más grandes, o intervenciones en la vía pública. Pero es necesario poner las cosas en perspectiva: baños que funcionen, casas o edificios útiles que se levantan, arreglos urbanos que dignifican y mejoran la ciudad. Por supuesto que hay que hacer las obras civilizadamente: cuidar métodos, horarios, tiempos. Siempre acordándonos de que la construcción civil está llena de imponderables y de incidencias difícilmente previsibles.

Vivimos el día a día. Lo que hoy renegamos tendrá, si se hace bien, una larga vida útil. Después, quedarán los beneficios de lo hecho y el recuerdo y la huella de las molestias se irán, quizá, diluyendo con el tiempo. Si se visita cualquier gran capital se podrá advertir el avance de diversas mejoras u obras en el ámbito urbano. La gente suele decir: “Madrid (o París o Río o...) será una gran ciudad...cuando la terminen.” A nadie le parece, en lo corto, sufrir las inconveniencias de lo que se construye, arregla o remienda.

Pero, siguiendo al entrañable ingeniero Aldana, la ciudad requiere, entre sus funciones más elementales, renovarse, mejorarse, cambiar. Obviamente hay que determinar sensatamente y conservar con celo e imaginación el patrimonio. Pero los derribos, que a veces cierran calles u obstaculizan el cotidiano ir y venir de la gente, abren la posibilidad, para todos, de tener una ciudad mejor.

jpalomar@informador.com.mx

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