Viernes, 22 de Noviembre 2024
Jalisco | El cardenal tapatío emérito elogia la vida del Papa en Semanario de la Arquidiócesis

Juan Pablo II, un gran Pontífice de integridad probada: Sandoval

El cardenal tapatío emérito se dice 'triste' porque algunos 'arrojan una sombra de sospechosa injusta' hacia el futuro santo

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (26/ABR/2014).- No hay dudas sobre su integridad. Su trascendencia y obra como el Papa 264 en la historia de la Iglesia Católica le dan a Karol Józef Wojtyla el lugar que le corresponde, toda vez que su proceso de canonización "cumplió con todos los requisitos" y la indagatoria sobre su vida y virtudes "fue minuciosa y exhaustiva".

Así lo escribe el arzobispo emérito Juan Sandoval Íñiguez, en la columna "Predicación y Vida" que se publicó el pasado 6 de abril en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara.

En la publicación de referencia, el cardenal se dice "triste" porque "algunos católicos arrojan una sombra de sospecha injusta sobre el Papa Juan Pablo II". Esto con relación a los casos comprobados de pedofilia en que incurrió el líder de los legionarios de Cristo, Marcial Maciel, y porque hay quien acusa de omisión en el caso al próximo santo. A ellos, los califica como "católicos que no confían en la Iglesia ni en los que la gobiernan, y están siempre prontos a recoger cualquier sospecha o rumor y darlos por ciertos".

El Papa Juan Pablo II será canonizado el próximo 27 de abril, nueve años después de su deceso.

Sandoval Íñiguez no defiende las conductas "indebidas" de Marcial Maciel, pues éstas "no se pueden negar". Sin embargo, escribe que "se explica por una distorsión de su personalidad, una enfermedad mental de esquizofrenia que se manifiesta en doble o triple personalidad, lo que lo hizo capaz de poder durante medio siglo aparentar y engañar a propios y extraños".

Según el prelado, la santidad de Juan Pablo no significa que desarrollara dotes de "adivino".

"No podía saber lo que estaba detrás de éste o de otros personajes; mucho menos si los que lo rodeaban le escondían o filtraban las cosas, como sucede en general con los gobernantes. No hay que olvidar, sin embargo, que cuando las denuncias aumentaron y llegaron a Juan Pablo II, él pasó el caso a donde debería ir".

Aduce que la Congregación de la Fe, representada durante el papado de Juan Pablo II por quien eventualmente se convertiría en su sucesor, Josef Ratzinger, "tal vez no pudo actuar (...) por las presiones de gente poderosa en la Curia". Pero sostiene que después de ser nombrado Sumo Pontífice, "actuó ordenando a Maciel que se retirara a la vida privada y se dedicara a la oración y a la penitencia".

El arzobispo emérito explica, también, que la Congregación para las Causas de los Santos es la instancia que se encarga de estudiar "detenidamente" la vida y escritos de quienes podrían ser considerados santos, y verifica que éstos "practicaron en forma heroica todas las virtudes cristianas", lo que es el caso, afirma, con el antecesor de Benedicto XVI.

También "se exige una señal del cielo, un milagro estudiado detenidamente por las comisiones de médicos y de teólogos". Por estas razones, sostiene que cualquier sospecha significa poner en duda a la Congregación para las Causas de los Santos, como instancia de investigación; al Papa Benedicto XVI, porque el proceso de canonización se hizo durante su pontificado, y finalmente, al propio Papa Francisco, quien canonizará a Juan Pablo II.

"En otros países el caso Maciel es un incidente que ya pasó, pero para los mexicanos sigue vivo y es motivo de acusación contra él y contra la Iglesia. Yo considero que es un caso trágico y frustrante, ya que todos los grandes fundadores de órdenes y congregaciones religiosas importantes figuran en la lista de los santos de la Iglesia universal, menos el del padre Maciel, que ni está ni estará nunca en esa lista".

Y concluye: "El proceso de canonización del Papa Juan Pablo II cumplió con todos los requisitos (...) La indagatoria sobre su vida y virtudes fue minuciosa y exhaustiva, y Dios por su intercesión realizó los milagros requeridos tanto para su beatificación como para su canonización, poniendo así un sello divino de aprobación sobre la vida santa de este gran Pontífice, de todos tan querido, y ahora intercesor de todos en el gloria".

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