Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | PERGEÑO POR VÍCTOR E. WARIO

Hernán: ¿De árbitro a jugador?

Dicen que ya le ganaron las ansias de protagonista y que se mira instalado en Casa Jalisco. No parece lo mejor para el PAN

Por: EL INFORMADOR

Víctor Wario Romo.  /

Víctor Wario Romo. /

Uno de los saldos negativos que dejó la gestión de Eduardo Rosales al frente del Comité Estatal del Partido Acción Nacional (PAN) en Jalisco, fue despreciar la construcción de escenarios realistas antes de la elección de julio de 2009, y actuar en consecuencia. ¿Realistas? Sí, tan simple como imaginar una derrota catastrófica, como la que sufrieron los panistas de su grupo a manos de los candidatos priistas, particularmente en los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) y en el Congreso del Estado.

Toda la estructura del Comité Estatal del PAN derrochó energías en derrotar al enemigo interno, el grupo del gobernador Emilio González, y se ensoberbeció ante el rival histórico, un Partido Revolucionario Institucional (PRI) que supo capotear el temporal que se fabricó desde sus propias entrañas y que a punto estuvo de costarles una dolorosa caída en los comicios. El PRI supo recomponer sobre la marcha, dar un golpe de timón y traer a la vieja guardia para conducir a los jóvenes candidatos de la ZMG para aprovechar cada una de las pifias blanquiazules en la calle, en los medios, en el Instituto Electoral y en los tribunales; el tricolor supo capitalizar los jaloneos panistas y su sobrada confianza en que iban a ganar.

En ese contexto, las piezas de Rosales actuaron por consigna y no se movieron un centímetro del guión. El diputado Jorge Salinas, con un creciente capital político forjado a la sombra de su mentor Francisco Ramírez Acuña, sería la punta de lanza para apabullar a los priistas; Abraham González Uyeda le sacó jugo a su posición como subsecretario de Gobernación hasta el último día y se resistió a arremangarse la camisa para entrar a la campaña pie a tierra, porque su ruta estaba trazada para ser coordinador de la fracción azul y luego candidato a la gubernatura; Hernán Cortés entró tarde a la organización proselitista, haciendo mancuerna con Rosales, pero sin admitir que podrían irse en picada (como ya iban desde semanas antes de la elección) hasta perderlo casi todo.

Salinas tardó en reconocer la catástrofe, pero lo hizo con una aparente sincera humildad. Abraham pensó que nada había cambiado y, asumiendo la coordinación sin mayoría en el Congreso, comenzó a construir castillos de naipes con miras a 2012. Y Hernán entró de bateador emergente para administrar el derrumbe del edificio panista, con Rosales prácticamente en fuga.

A cualquier político con un mínimo de cordura le quedaría claro que la tarea de recomponer un panorama tan oscuro pasa por hacer una labor titánica de diálogo, negociación, trabajo con resultados en el ejercicio de gobierno y consolidación de la estructura partidista. Se supone que en eso debería estar pensando el líder partidista Hernán Cortés. Pero dicen que ya le ganaron las ansias de protagonista y que se mira instalado en Casa Jalisco. No parece lo mejor para el PAN.

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