Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Hablando de mujeres y traiciones

Si los políticos no se pueden sentar entre ellos con la confianza de que lo que digan queda en la mesa, lo que sigue es el inmovilismo

Por: EL INFORMADOR

“Hablando de mujeres y traiciones, se fueron consumiendo las botellas”. Nada define mejor el momento político que está viviendo el panismo local que esta primera estrofa de la canción de Vicente Fernández y que, paradójicamente es la rola favorita del ex gobernador Francisco Ramírez Acuña.

Para entender el tema de las grabaciones hay que dividirlo en dos. Por un lado lo que significa que este tipo de conversaciones estén circulando, y por otro los efectos de la divulgación de estos materiales al interior del PAN.

Nadie tiene derecho a grabar conversaciones y difundir conversaciones privadas es un delito. Sin embargo, se está volviendo cada vez más común la perversa costumbre de grabarse los unos a los otros. Hoy en día es muy fácil poner un celular sobre la mesa o guardárselo en la bolsa y grabar la conversación sin que el interlocutor se dé cuenta de ello. Eso se llama traición. Cuando un tercero, llámese policía política, antena, oreja, o quien sea, graba las conversaciones o las divulga, está cometiendo un delito, pero eso nadie lo persigue. ¿Quién grabó la conversación entre García Manzano y Arturo Zamora; uno de ellos dos o un tercero? Por la calidad de la grabación y por cómo se escucha, es probable que haya sido el propio García Manzano (su voz es clara y fuerte y la otra lejana y casi inaudible). Si fue así, la pregunta es cómo alguien se hizo de esa grabación y la divulgó. Si fue un tercero, la pregunta es quién está haciendo espionaje político. El segundo tema es el efecto de las conversaciones. Quién filtró el material buscó destruir la relación entre el gobernador y García Manzano, quebrar la relación entre Arturo Zamora y Ramírez Acuña más lo que se acumule, y poner al Partido Acción Nacional en jaque.

Quien lo filtró tiene un interés claro en remover las aguas panistas para reacomodar las fichas.
Esto es sólo el arranque de las batallas panistas por las candidaturas y si ese es el tono rumbo al 2012, las cosas se van a poner de a peso. Lo que queda en evidencia es que no hay quién controle el partido: ni el presidente del Comité Estatal, ni el gobernador, ni Ramírez Acuña, y el despellejadero puede llegar a ser terrible. Pero más allá del PAN, que es problema de ellos, el tema puede generar un enrarecimiento del clima político nada favorable para el Estado. La moneda de cambio en política se llama confianza.

Si los políticos no se pueden sentar entre ellos con la confianza de que lo que digan queda en la mesa, lo que sigue es el inmovilismo. A quien más le debe interesar que este tema se esclarezca es al gobernador, y debería interesarle al secretario de Gobierno, pero a este último parece ya no interesarle nada que no sea su candidatura.

En tanto, que sigan las traiciones mientras se van consumiendo las botellas.

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