Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas, por Diego Petersen Farah

Fiesta del celuloide

El Festival es una maravillosa oportunidad para ver cine de calidad y sobre todo distinto

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah  /

Diego Petersen Farah /

Su maduración ha sido más lenta que la que tuvo la Feria Internacional del Libro; su proceso más tortuoso y complicado; su presencia en la ciudad menos visible; existe gracias a la tenacidad de su promotor,  pero a pasar de todo, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) está cada vez más vivo y el de este año promete.

La evolución del festival demuestra lo difícil que ha sido para sus promotores, principalmente la Universidad de Guadalajara, y para la ciudad misma mantener una fiesta cinematográfica de calidad. El festival nació como La Muestra de Cine Mexicano gracias el al impulso del gran amante, estudioso y promotor del cine nacional, que como suele suceder en estos caso no era mexicano sino español, Emilio García Riera (Ibiza 1931- Guadalajara 2002). Emilio fue el gran conocedor del cine mexicano y en su paso por Guadalajara, gracias a una atinada decisión de la Universidad, sembró la semilla del cine. Uno de los frutos fue la Muestra. (Una de las mejores cosas que ha dejado la muestra es la colección de carteles, muchos de ellos de diseñadores tapatíos).

A diferencia de la Feria Internacional del Libro, la Muestra nació vinculada al estudio del cine pero también a la producción. Al abrigo de ese gran árbol generoso llamado Emilio García Riera y de un director excéntrico y dispuesto a enseñar al que se le acercaba, Jaime Humberto Hermosillo, crecieron los críticos de cine, y también los directores, productores, los iluminadores, los guionistas. A  diferencia de la Feria que tiene su dinámica internacional pero que no ha impactado la industria editorial local (en 25 años de FIL no ha nacido una gran editorial tapatía o una distribuidora de libros) la Muestra, hoy Festival, generó una semillero de cineastas tapatíos que mal que bien estás haciendo cine, algo impensable para un joven hace 25 años. A diferencia de la FIL, también hay que decirlo, el Festival de cine no tiene ni la proyección internacional ni un arraigo con el público similar.

El Festival es una maravillosa oportunidad para ver cine de calidad y sobre todo distinto. En América latina se está haciendo cine de magnifica factura, con producción de calidad y muy buenos guiones pero que no llegan al mercado mexicano más que en (un disculpa anticipada por la promoción de un delito) proveedores pirata. De cine español, que es cada vez mejor, a las salas de cine comercial llega poco y tarde.  La muestra es la oportunidad para ver cine iberoamericano. Del cine mexicano hay que ver no solo los largometrajes sino poner atención a los documentales, hoy tan de moda gracias a Presunto culpable, y los cortos.

Un festival es una fiesta. Esta es la fiesta del celuloide; divertirnos depende de nosotros.

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