Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Juan Palomar Verea

Estacionamientos y costumbres

LA CIUDAD Y LOS DÍAS 13 DE FEBRERO 2009

Por: EL INFORMADOR

Una reciente nota de prensa aclara algunos puntos importantes respecto a la problemática de los estacionamientos en el centro de la ciudad. (Mural, 4 de febrero 2009). En ella, el director de Padrón y Licencias del municipio puntualiza el hecho de que el centro "cuenta con los estacionamientos suficientes para atender la demanda de los automovilistas que lo visitan, sólo que la gente no quiere pagar para usarlos y prefiere estacionarse en la calle".

Es una inveterada costumbre tapatía el pensar que se puede (y casi se debe) estacionar el coche en el lugar más inmediato posible al lugar donde se va. Según esta noción, la trompa del auto debería, de preferencia, casi tocar los vidrios o los muros del inmueble visitado, para así dar los menos pasos posibles y además vigilar que no le pase nada al vehículo. Es comprensible que esto se dé, pero es, desde hace mucho, inviable en múltiples casos y además inconveniente.

Para llevar el ejemplo a un extremo, es como si se quisiera aparcar el coche en la banqueta misma de catedral para ir a misa, o dejar el auto al pie mismo del castillo de Chapultepec.

Para solucionar esta problemática se ha ido equipando a la ciudad con un buen número de estacionamientos, tanto privados como públicos. En el centro existen 9 mil 250 cajones distribuidos en 137 estacionamientos. En todo Guadalajara hay 433 estacionamientos que suman 36 mil 942 cajones.

Sería muy interesante saber si este número de plazas es suficiente o no, si el patrón de uso de los estacionamientos por parte del público fuera el racional. Por lo pronto, sobran cajones en estacionamientos y ciertas calles están atestadas de vehículos, muchos en lugares prohibidos e inconvenientes. Esto causa múltiples problemas. Uno de los más importantes es el de la seguridad peatonal: se bloquean banquetas, rampas para discapacitados, se obstruye la vista en las bocacalles. Esto es, por sí solo, muy grave.

Además, los autos mal estacionados generan entorpecimiento vial, y por lo tanto, se aumenta sensiblemente la contaminación ambiental y se incrementan los tiempos de traslados para todos.

Lo anterior resulta totalmente injusto e inaceptable. El costo que cada automovilista debiera pagar por su estacionamiento se transfiere a toda la sociedad, y principalmente a los que menos tienen. Costo en salud, en tiempo, en calidad de vida.

Es más que tiempo para que cada usuario del coche se replantee si de veras necesita a cada vez subirse a su vehículo para hacer todas sus actividades. Existen infinidad de desplazamientos que bien pudieran hacerse a pie, en bicicleta o en transporte público. Pero, además, es indispensable que la gente se acostumbre a pagar sus propios costos de traslado y, si es necesario, a pagar un estacionamiento que sea de su conveniencia. Resulta una cuestión de gran relevancia para la ciudad.

jpalomar@guadalajara.gob.mx

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