Entrega a cambio de sonrisas

GUADALAJARA, JALISCO (11/JUN/2013).- El reloj apenas marca las cinco de la mañana y doña Celia ya está de pie alistando lo necesario para emprender lo que, hace más de seis años, ella define como su mejor aventura.

Apartada de la Zona Conurbada de Guadalajara, allá por el rumbo del aeropuerto de Guadalajara, doña Celia Suárez tiene una modesta casa; se la prestan. De ahí, hay que salir a más tardar a las 06:00 horas, pues hay que tomar el transporte público que la llevará a su segundo hogar: el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) de Occidente.

Alistada con su ración de chilaquiles para desayunar, comer o hasta cenar, la guerrera voluntaria de Teletón se dispone a empezar un día más de pasión en su trabajo.

Doña Celia, a sus 64 años, es madre de 10 hijos, abuela de 40 nietos y bisabuela de 15. Hoy, vive sola en esa casa que le prestan, la vida no ha pintado como ella quisiera, pero afirma: “Encontré en Teletón, aquí en el CRIT Occidente, mi segunda familia”.

Desde hace poco más de seis años, Celia pertenece al voluntariado del CRIT Occidente. Narra que entró por casualidad. “Yo soy distribuidora de Omnilife, y una vez venimos a un recorrido, nos enseñaron un video del niño Sebastián (un pequeño del CRIT que no tiene brazos) y yo me enamoré. Entonces pregunté cómo podía formar parte de Teletón y desde entonces aquí estoy”.

Siempre puntual y con un gran espíritu, doña Celia ama su trabajo en el CRIT Occidente. Y se le ve a simple vista, cuando habla sobre su estancia y experiencia en el lugar. Una pronunciada sonrisa se marca en su rostro; el trabajo que desempeña en Teletón es sólo por amor. “Cuando pregunté los requisitos para estar aquí, lo único que mi pidieron fue amor, y dije: ‘Con eso tengo’”. Y es que doña Celia no recibe a cambio más que sonrisas, gratitud y sobre todo, afirma, aliento para seguir adelante con su vida.

Admiración por los papás

“Uno piensa que tiene problemas y a veces que son los peores. Pero aquí en el CRIT aprendí que nada puede ser peor que tener un hijo con alguna discapacidad o enfermedad. Admiro, valoro y respeto la constancia, fuerza y tenacidad de las mamás y papás que vienen aquí con sus hijos. A veces pienso que no soportaría yo eso, pero Dios le da a cada quien la fortaleza necesaria”.

Contenta por su labor en el CRIT, doña Celia sólo espera seguir más tiempo, el que Dios le conceda, afirma, para ayudar a la gente. Con sus tablas para pasar a los pacientes a sus terapias, así es como esta bisabuela quiere estar, al lado de quienes se han convertido en su nueva familia, de las amigas —mamás que llevan a terapia a sus hijos— que en estos seis años ha logrado hacer.

Con este esfuerzo diario, de levantarse temprano sin otro interés que su “segunda familia” Celia se une a ese “ejército amarillo” que no son más que personas entregadas para ayudar a cambio de una sonrisa, una amistad o un simple: ¡Gracias!

FRASE

"Valoro y respeto la constancia, fuerza y tenacidad de las mamás y papás que vienen aquí (al CRIT) con sus hijos "

Celia Suárez, trabajadora altruista del CRIT.