Entre experiencias de ciudades

Hoy ante la facilidad en el acceso a la información, ha dejado de ser importante solo tenerla y se ha convertido en primordial saberla seleccionar y usar.

Hace algunos días coincidieron en Guadalajara las conferencias de dos formas de acercarse al problema urbano: una la de Medellín, Colombia, a través de Alejandro Echeverri, otra la de Gehl architects en Copenhague, Dinamarca,  a través de Helle Soholt . Sin la intención de desarrollar un  análisis de cada una de las propuestas, ya que son temas amplios y profundos; menciono -para efecto de esta reflexión- que en términos generales, el caso de Medellín se trató de una visión de “abajo hacia arriba” gestionada desde la autoridad municipal en un trabajo claro de construcción colectiva de educación y ciudadanía, donde el resultado de un periodo de 4 años fue una transformación significativa y ejemplar de la ciudad.  Por otra parte  Soholt presentó una estrategia  que toma como base la transformación del espacio público de Copenhague. Esta transformación que arrancó en la década de los 70´s  llevó a esta ciudad a convertirse en un prototipo de la ciudad ideal para temas como  peatonalización, movilidad no motorizada y espacios públicos; la estrategia de  Gehl ha sido exportadas a otras ciudades, presentando un modelo de aplicación a partir de esos principios y aspiraciones.

Si bien ambos nos muestran como resultados mejores espacios públicos, vialidades con transporte colectivo, bicicletas, peatones, datos estadísticos e imágenes que establecen claras diferencias entre el antes y el después,  se trata de dos caminos distintos. Lo que presentó Echeverri, es un modelo particular, lo que presentó Soholt, es un modelo que ya se ha universalizado .


En la década de los ochenta, mientras la posmodernidad en la arquitectura internacional trataba de inundar con formas arbitrarias y gratuitas, varios arquitectos latinoamericanos trataron de  identificar un camino propio en el panorama mundial. Uno de los términos que utilizaron fue  “modernidad apropiada” que desarrolla en Chile Christian Fernandez Cox. Esta visión generada entonces y compartida por muchos de sus contemporáneos, lejos de haber tratado de ser un “ismo” – menciona el autor-, planteaba una actitud frente al hacer arquitectura. Aunque el tiempo fue borrando esos planteamientos en las nuevas generaciones, cito una breve explicación de la razón del nombre modernidad apropiada,  que puede ayudarnos en la búsqueda de referentes y señales para nuestras acciones.

Cuando se habla de los asuntos de modernidad, Fernandez Cox dice: “ Uno, es verlos como un conjunto de respuestas históricas ya dadas; otro es considerarlos como un conjunto de desafíos históricos pendientes”.
Cuando se define el termino “apropiada”, se habla en términos lingüísticos de tres significados: apropiada en cuanto a “adecuada”, apropiada en cuanto a “hecha propia” y apropiada en cuanto a “propia”

Si aplicamos estos significados a la ciudad, podríamos decir, que Guadalajara enfrenta una serie de desafíos. En esa tarea pendiente se yergue la necesidad de ser una ciudad contemporánea, que no se debe basar solo en respuestas históricas ya dadas. Las acciones que hagamos deberán ser  las adecuadas. Cuando tomemos referencias y experiencias externas tratemos de convertirlas en nuestras, así tendremos un sentido de pertenencia en nuestra conciencia colectiva.

Si pensamos en estos términos, ¿cual debe ser nuestra actitud frente al hacer ciudad?
¿qué referentes y experiencias son los adecuados?

Alfredo Hidalgo Rasmussen, arquitecto, alfredo@infotectura.org