Jalisco | Por: Paty Blue En boca tapada SEGÚN YO Por: EL INFORMADOR 3 de mayo de 2009 - 02:47 hs Por estos días, como le acontece a la mayoría de mis coterráneos y ahora a toda la aldea global, ando muy mortificada. Mi desazón no obedece a la galopante gripa porcina que, habida cuenta que no pertenezco a tan rechoncha especie, veo difícil que dicho mal me pille. Intuyo que por tan fangosa razón, las lúcidas autoridades sanitarias del orbe finalmente decidieron erradicarle aunque fuera la marrana referencia, porque cuando constataron que los infectados sudaban, moqueaban, tosían, estornudaban y las coyunturas les rechinaban pero no hacían oinc, oinc, decidieron enunciarla como influenza humana, a la que sí le tengo cierto respeto, aunque la contabilidad mexicana de sus víctimas me resulta tan incomprensible, como toda esa matemática del desastre que hilvanan las instancias sanitarias y políticas que, con las sinuosas cifras que recitan a todas horas del día, por igual acalambran y tratan de suavizar el efecto por la sola magia de la declaración oficial, pero lo traen a uno hecho bolas. Pero mi real y sobrada angustia obedece a que, parodiando al virtuoso e inspirado Joan Manuel Serrat, “he andado muchos caminos, he abierto muchas veredas; he transitado en cien tiendas y atracado en cien bodegas”, sin haber conseguido un solitario y miserable cubre bocas para protegerme el cuello, como lo hacen las decenas de prójimos que he observado a mi alrededor y que, como yo no he adquirido uno para usarlo de collar, hasta se me quedan viendo feo, como reprochando visualmente mi irresponsable temeridad y el caso omiso que hago a las telúricas prevenciones de los entendidos. En boca tapada, dice la más apocalíptica de mis vecinas, no entran virus, y por primera vez en mi vida, con todo y lo gorda que me cae, no puedo más que concederle toda la razón, porque estos bichos microscópicos pueden viajar por el mundo, sobrevivir a los antibióticos comunes, mutar a configuraciones más agresivas, recomponer su estructura para adaptarse a nuevos medios y multiplicarse a una velocidad inimaginable, pero los desdichados no han encontrado la manera de metamorfosearse para traspasar la imbatible barrera que garantiza un cubre bocas. No cabe duda que la tecnología en la fabricación de estos demandados artilugios, ya sean blancos, azules o percudidos; de manufactura local o extranjera; para uso industrial, clínico o doméstico ha avanzado a tan agigantados pasos, que ha logrado el milagro de que una ligera capa de algodón sostenida con un elástico del mínimo grosor sea capaz de exorcizar a un microorganismo oportunista y chocarrero que ha puesto de cabeza al mundo, al punto de hacerle pasar a segundo plano su economía garrotera que ya estornudó, tosió, se constipó y casi se encuentra clínicamente muerta. Empero, sin desestimar la seriedad del asunto ni aprovechar el aislamiento forzado, como lo han hecho algunos ociosos irresponsables, para hilvanar y divulgar por la red su escepticismo traducido en fantasiosas conjeturas sobre la criminal invención de una pandemia que distraiga la atención, no puedo dejar de ponderar la inobjetable ventaja de que buena parte de la sociedad se tape la boca para que no le entre algún bicho, pero sobre todo, para que no le salgan palabras tan necias, como las de mi susodicha vecina, empeñada hasta ahora en organizar un simulacro del Apocalipsis en el edificio que compartimos. No ha esparcido sus sandeces con más efectividad porque, bendito mi padre Dios, se ha embozado con dos cubre bocas, reforzados con un paliacate remojado. patyblue100@yahoo.com Temas Paty Blue Según yo Lee También Sociales: Freedom Moves, caminando por la libertad Studio Noise Sociales: Brenda Padilla, dulce espera de Isabel Sociales: Clásico Tapatío, una experiencia deportiva única Sociales: C&A abre sus puertas en La Perla Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones