Domingo, 24 de Noviembre 2024
Jalisco | La Crónica Negra por Omar García

El rescate de Guadalajara

Detalles de las primeras detenciones del operativo

Por: EL INFORMADOR

Lo que las mujeres no sabían era que estaban sellando su encarcelamiento. ARCHIVO  /

Lo que las mujeres no sabían era que estaban sellando su encarcelamiento. ARCHIVO /

Aquí hay tres historias y un operativo, la primera cuenta que a las siete de la tarde de un viernes, ese primer día de operativo, llegó el hombre que carece de cabello en la cabeza pero que le abunda en el mentón y debajo de la nariz. El sitio es donde siempre “de la Calzada para allá”, en una de esas casas con el cascaron añejo y ventanas cuarteadas. El corpulento hombre pregunta por una de las siete chicas que están sentadas en un cuarto viendo tele, de seguro alguna telenovela, piensa. Pero él no está ahí para verlas, quiere saber cuánto y qué incluye pagar una cantidad de dinero por rentar la piel de alguna beata callejera. Lo que ninguna sabe es que ese hombre es un policía encubierto, que ha dejado el uniforme y la placa en la guantera, que le han pedido que forme parte de un operativo que se llama “Rescate”, tampoco saben que ese día será el primero de las jornadas posteriores de debate sobre su trabajo: la prostitución. Ellas no lo saben porque apenas son las siete de la tarde sin saber que su día terminará a las cinco de la mañana del día siguiente, después de llevarlas a la “barandilla” de una base policial y haber hecho sentadillas con el alma desnuda pensando que tenían droga en el lugar más recóndito de su cuerpo, ese espacio que les da de comer hoy es el motivo por el les quitarán la libertad unas horas. Pero eso ellas no lo saben… el hombre que carece de cabello en la cabeza pero que le abunda en el mentón ha salido después de que preguntó ¿cuánto? y ahora vuelve de nuevo al cuarto, señalándolas con el dedo índice,  ya saben que era un policía encubierto.

Hoy es el segundo día de operativo y esta es la segunda historia que tiene como escenario el cine de la frontera imaginaria de Guadalajara, la Calzada Independencia, ese cine que no tiene cartelera porque todas las películas son para adultos; en la grabadora de la reportera se escucha: “¿Chula, dile que por qué me detiene?, yo no he hecho nada”, la reportera pregunta el motivo al policía que revisa unos papeles, el gendarme responde balbuceando “es que… es que se puso agresivo”  el hombre al que están a punto de aprehenderlo con  esposas en las muñecas trae consigo tres pantalones puestos, el que está encima de todos lleva manchas de mezcla, y de su mochila le sacaron dos brochas gordas y una playera percudida,  él confirma “soy albañil, nomás vine a ver una película, ¿qué tiene de malo eso?”. “¡Ya te callas! te estamos tratando con respeto, trátanos con respeto”, le espeta otro policía con más “rombos” en la hombrera de la camisa. El vocero de la policía de Guadalajara resumirá todo en una frase “es que todo es parte del show, si no, pues qué chiste” al saber que el operativo tiene como punta de lanza policías, bomberos, personal de Inspección y Vigilancia, del Instituto Municipal de las Mujeres, del DIF, reporteros morbosos y fotógrafos sin escrúpulos.

Dicen que lo malo no es el procedimiento, que lo malo es no hacer nada, ni que tampoco se lleven a borrachos, lo malo es que no encuentran su objetivo: niños prostituyéndose, también dicen que el operativo es conforme a la ley, aunque media semana después dirán que acatarán las medidas cautelares que les dio la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco por las 25 quejas de sexoservidoras… y la frase se aparece de nuevo “es que todo es parte del show, si no, pues qué chiste”

Las dos mujeres en pantalla se están amando, o por lo menos queriendo. Y aquí está la última historia, con el hombre de la gorra y chamarra negra que dice Seguridad Privada como protagonista. Él está sentado en una vieja sala de cine abrazando su mochila. En el lugar no hay más de 15 hombres, algunos de ellos son policías vestidos de civil. Las mujeres en pantalla siguen en su acto, y los hombres pasmados. Prenden las luces aunque la película sigue corriendo mientras entran policías, bomberos, reporteros, fotógrafos, inspectores, el encargado del lugar, algunos se levantan y apuntan “ese fue y ese otro también”. Los policías no traen perros porque sería el colmo, no cabrían en la sala. Y al hombre de la gorra y chamarra negra lo ven sentado, inmutable, sigue viendo la película, hasta que uno de los policías se para frente a él, se ven, se huelen de lejos, se saben extraños; el de la placa le dice “A poco a ti te dejan ver estas chin…?” y la chamarra y la gorra no se mueven, siguen negras, sentadas, viendo como dos mujeres se están amando… o por lo menos queriendo.

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