El poder de 15 pesos

GUADALAJARA, JALISCO (25/MAR/2013).- -- ¿Cuántas portadas de "Jack el Cazagigantes" me trajiste?

-- Me dieron 50.

-- Pero si te había pedido 100.

-- Sí, pero nada más me dieron ésas.

Una mujer en cuclillas cuenta un montón de papeles que tienen impresos el nombre de esta película con la figura de alguno de sus personajes. Después de ser contados uno por uno, seguramente serán colocados en el empaque que contiene el DVD pirata de este filme. Será una película más entre el mar de productos ilegales que inunda al Mercado Libertad, mejor conocido como San Juan de Dios.

El hombre encargado de entregar las portadas viste pantalones negros, playera tinta y una gorra del mismo color. A las 10:00 horas espera que sus otros clientes lleguen por las portadas encargadas, como se lo hace saber a la mujer que sigue contando su pedido.

A esa hora, los vendedores de películas y discos piratas en el mercado apenas acomodan sus productos. Largos plásticos con aberturas sostienen las películas y los discos que en unos momentos comenzarán a ser el objeto de deseo de los clientes que transitan en ese sector del inmueble, donde el entretenimiento convive con el menudo, las gorditas, tacos fruta y el alimento que se busque.

En estos plásticos no caben todos los productos y hay acomodados también en el piso. Entre los que ahí se encuentran, algunas portadas de discos musicales anuncian que incluyen el "éxito de los Terroristas" --es decir el Harlem Shake, tan popular en las redes sociales-- y la canción del "Pollito Pío", con su tono pegajoso que a estas alturas es casi imposible desconocer.

Entre tantas películas y discos, no hay necesidad de aburrirse mientras llegan los clientes. Unos jóvenes ven "El Santos vs. la Tetona Mendoza", la película de los moneros Jis y Trino que recién salió a la venta. Son cinco y ríen mientras ven cómo los dibujos animados parodian la canción de "Solidaridad", aquel himno que mandó hacer Carlos Salinas de Gortari cuando era presidente.

-- ¿A cuánto la de El Santos?

-- A 15 pesos.

El encargado de negocio prefiere perder el cliente que dejar de entretenerse. Después de contestar el precio, sigue viendo fijo a la tele, sin interesarle si el joven busca alguna otra película. Total, es temprano y los compradores llegarán más tarde.

Hay un local que destaca en esa zona. Es una especie de cuarto hecho con varas de metal, que soportan películas por dentro y fuera. El primer letrero que hay a la vista es uno que dice "Películas con mensaje"; abajo hay una serie de filmes que, si el letrero no miente, pues tendrán algún mensaje. Ahí es donde entra el cliente.

-- Oiga, tengo a un familiar que anda en drogas, ¿tendrá alguna película que lo haga entrar en razón?

Un hombre que aparentemente es el encargado del lugar toma una película y la pone en las manos del cliente. "Ésa está cruda". Se trata de una película peruana. Segundos antes, el hombre repartía puños de películas a personas que rondaban el negocio. Ante el poco convencimiento del posible comprador, que pasea el filme entre sus manos, le habla a una señora que podrá ayudarlo.

-- Mira, ésta también está buena-- la señora le entrega una en la que la portada muestra a un hombre inyectándose heroína.

-- ¿Sí está cruda?

-- Sí, seguido me la piden para centros de rehabilitación. Es mexicana, pero está bonita.

-- ¿En cuánto sale?

-- Te cuesta 15, pero llévate las dos y te las dejo en 20. A mí me gusta que la gente las vea.

El cliente se lleva sólo la mexicana. Recibe cinco pesos de cambio y sigue su camino. La señora pronto recibirá a otros compradores que podrán decidir entre las películas bíblicas o las de "golpes, golpes y más golpes" que, por ciento, están a menos de dos metros de distancia.

EL INFORMADOR / ROBERTO MEDINA