Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Pergeño por Víctor Wario Romo

“El peor dirigente, el peor”

La animadversión entre ellos no es de ahora, ni reciente. Se remonta a hace más de tres lustros

Por: EL INFORMADOR

La animadversión entre ellos no es de ahora, ni reciente. Se remonta a hace más de tres lustros. De hecho, se manifestó con claridad, aunque sin asperezas, desde antes de que los panistas se hicieran del poder en Jalisco, tras las elecciones de febrero de 1995.

Alberto Cárdenas Jiménez, el advenedizo alcalde de la modesta Ciudad Guzmán, había irrumpido en el espacio que dominaban, casi a placer, aunque en la oposición, los que habían nacido en cuna blanquiazul y ocupaban la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN). Luego lo llamarían “Bebeto”, y en el otoño de 1994 le disputó, y le ganó, la candidatura para gobernador a uno de los panistas jaliscienses de más prosapia: don Gabriel Jiménez Remus, quien tenía sobresaliente carrera parlamentaria y había sido dirigente estatal del partido.

Durante la investigación periodística para el libro “La multiplicación de los panes”, que publiqué a principios de 2007, conversé largamente varias veces con el entonces dirigente estatal panista, Eduardo Rosales. Le pedí que me narrara los pormenores de la convención en que Cárdenas había derrotado a don Gabriel. Más allá de los detalles contados por quien en 1994 formaba parte del juvenil del PAN Jalisco y apoyaba a Jiménez Remus, una frase quedó plasmada: “Cuando nos ganó Beto la convención dijimos, ‘ya perdimos la gubernatura’. Digo, eso dijimos nosotros…”.

Ahora el senador Cárdenas ha decidido que llegó el momento de ajustar cuentas con Rosales, quien salió por la puerta de atrás de su partido, dejando la presidencia estatal antes de completar su mandato, tras la debacle electoral de julio de 2009, y el sofocón que le provocó la insurrección de panistas inconformes con la manera en que condujo al PAN Jalisco.

“Me parece que ha sido el peor dirigente que hemos tenido como presidente del partido, yo así lo seguiré calificando: el peor presidente que el PAN ha tenido en toda la historia de Jalisco, el peor: el que permitió, toleró e impulsó las prácticas perversas que tanto dañaron al PAN; el que dejó que se hicieran prácticas que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) antes hacía todos los días; el presidente que toleró todo para bien de su grupo, para bien de unos cuantos”.

El ex gobernador no duda al señalar que parte del descontento público hacia el PAN es absoluta responsabilidad de Rosales, y sigue exprimiéndole limón a la herida, en palabras pronunciadas el viernes pasado: “Por tercera vez lo diré: el peor presidente que hemos tenido. Seguramente él podrá responder de otra forma, pero sí veo varias variables aquí: el respeto a municipios, el acercamiento con el gobernador, la utilización del Congreso como un ariete para golpear al gobernador del mismo partido, las señales de corrupción, de tráficos que hubo de plazas y demás, del manejo del partido para unos y cortarle a otros (...) Por eso lo digo: el peor presidente”.

No parece quedar ninguna duda de que la polarización sigue al interior del panismo jalisciense. Porque una cosa es que Rosales se haya marchado sin hacerse cargo de las explicaciones ni mucho menos de la autocrítica que marque nuevos rumbos para su partido, y otra muy diferente es que a su grupo lo hayan borrado del mapa.

Aparte de multiplicados, los panes siguen divididos.

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