El optimismo de Woldenberg

El Instituto Federal Electoral (IFE) cumple hoy 20 años. Es una fecha de conmemoración, pero también y en mucho es una fecha de festejo. Quienes han construido el IFE de 2010 (que son legiones de ciudadanos, además de los funcionarios, capaces y mediocres, que por ahí han pasado) se merecen un reconocimiento sin regateos.

Tal vez la voz más autorizada en México para hablar sobre lo que ha sido, lo que es y lo que puede todavía llegar a ser el IFE se llama José Woldenberg Karakowsky. Formado en las filas del sindicalismo universitario, militante de la izquierda que transitó de la clandestinidad hacia la expresión organizada, académico de probada solidez e infatigable luchador por la democracia, Woldenberg es forjador de instituciones, entre ellas el IFE de talante ciudadano que hoy tenemos, con todas sus imperfecciones.

El diseño del IFE, creado sobre el pilar fundamental de la participación ciudadana, ha sido manoseado por los partidos políticos, ha sido puesto a prueba con episodios beligerantes y hasta irracionales de candidatos y funcionarios públicos, ha sido manchado por pasajes de procesos electorales en los que se ha pretendido descalificar al árbitro de la contienda antes de reconocer la falta en que han incurrido los protagonistas. Pero el IFE ha salido a flote, en buena medida gracias a la perseverancia y a la defensa que, con buenos argumentos conceptuales y jurídicos, han esgrimido personajes como José.

Siempre mesurado, pausado, sin estridencias en sus expresiones, Woldenberg es, una y otra vez, la fuente en la que abrevan quienes quieren saber cómo llegamos a la realidad política e institucional que hoy tenemos en México y, por supuesto, hacia dónde nos dirigimos con este andamiaje que a veces se tambalea, pero no se cae, por más que políticos y funcionarios se empeñen en sus embates movidos por sus intereses y su afán de control sobre las reglas del juego democrático.

A propósito del vigésimo aniversario del IFE, El Universal entrevistó en días pasados al ex consejero presidente, y le formuló preguntas cuyas respuestas sirven, sobre todo para los jóvenes que apenas incursionan en la aventura de ser quienes deciden a los triunfadores en las urnas. Por ejemplo:

—¿Cree que pueda repetirse el conflicto postelectoral de 2006?
—Yo espero que no. Se ha trabajado para que todos los eslabones del proceso (desde el padrón electoral hasta el cómputo de los votos y el PREP) estén diseñados de tal manera que los partidos y los académicos y los ciudadanos y los analistas puedan estar seguros de que no están los dados cargados.

—¿Qué propone para reforzar la certeza de que no habrá un conflicto postelectoral en 2012?
—Nada. Vamos a ir a unas elecciones muy competidas, con partidos políticos fuertes, seguro habrá candidatos atractivos para unos y que no les gusten a otros, lo que es natural (…) ojalá que la gente acuda a votar de manera masiva.

—Entonces, ¿no ve algún riesgo como en 2006?
—Siempre veo las elecciones como una oportunidad (…) en México sí tenemos algo que compartimos todos: en las elecciones se debe definir quién va a gobernar y cómo va a gobernar (…) No hay fuerza política relevante que le apueste a una forma diferente o contraria a las elecciones, por eso debemos ser optimistas en 2012.

Vale la pena coincidir con José Woldenberg.