Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Al revés volteado por Norberto Álvarez Romo

El día de la Prensa

La democracia no se refiere al alcance del poder público; solamente a quién le pertenece tal poder y propone que todos reinemos

Por: EL INFORMADOR

Este 3 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, garante a las personas del derecho de organizarse para la edición de medios de comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por los poderes del Estado.

El propósito estricto del Estado moderno es proteger, mediante sus instituciones, los derechos de cada ciudadano. Aunque las palabras “Gobierno” y “Estado” se refieran a dos cosas que son fácilmente confundibles entre sí, vale distinguir que un Gobierno es sólo aquel grupo de personas al que se le adjudica la toma de decisiones públicas y el salvaguardo del bien común. Su ámbito principal es la administración de la justicia y la resolución de disputas para proteger la vida, libertad y propiedad de cada ciudadano; siendo el Estado el orden político y jurídico que las sociedades adoptan para su territorio determinado. El contrato social acordado.

La majestuosa boda reciente en Londres y las ceremonias de beatificación de Juan Paulo II, mostraron tanto un grandioso despliegue de medios de comunicación como de fuerzas de seguridad cuyo propósito ha sido a la vez exhibir y resguardar a las personalidades en el foco de la atención pública.

Las continuas marchas en varias ciudades mexicanas han mostrado el caso contrario: una sociedad que despliega su poder de indignación ante autoridades, demandándoles paradójicamente para sí el mismo nivel de seguridad, de privilegios y de protección que tan ostentosamente se reservan para ellos. Porque la expresión mediática no ha sido suficiente, con afán democrático las sociedades ahora se toman las calles para hacerse escuchar. Hasta los renegados países árabes empiezan a sumarse a esta moda.

Contrario a la creencia común, Democracia y Libertad son cosas que no tienen necesariamente que ver la una con la otra. Sus tendencias hasta pueden encontrar significados mutuamente antagónicos; son dos respuestas específicas a dos preguntas completamente diferentes. La democracia no se refiere al alcance del poder público; solamente a quién le pertenece tal poder y propone que todos reinemos, que seamos soberanos en todos los actos sociales.

La libertad, por el contrario, surge como respuesta a la pregunta: ¿Independientemente de quien ejerza el poder público, cuáles deberán ser sus límites? Y responde: “Ya sea que el poder público sea ejercido por un autócrata, ya sea por el pueblo, o ya sea por otra fórmula, no puede ser absoluto; todo individuo tiene derechos naturales inalienables”.

En términos políticos, no hay peor confusión que ésta. Aquellos que han creído que la democracia es el camino garante de vida y libertad, confunden un medio provisional con un fin último. La democracia es un método político de gobierno, un arreglo institucional para llegar a decisiones públicas, legislativas y administrativas y, por consiguiente, incapaz de ser un fin en sí mismo.

Por contraste, la libertad es el deseo y sueño inherente de cada ser humano. Quienes marchan para exigir sus derechos de protección a la vida, libertad y propiedad no se unen por compartir creencias o principios morales sino por el acuerdo político sobre la concepción de la justicia y cómo administrarla.

La mayor amenaza del Estado democrático es la fragmentación institucional ocasionada por la erosión de la política ante la inseguridad y la impunidad del crimen, el delito y la corrupción debido a la ausencia de justicia y eficacia gubernamental.

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