El de atrás paga

Cuando al salir de la secundaria atacábamos en bola el sección 1, el camión que venía de Zapopan al Centro de la ciudad, nunca faltaba el que aplicaba la de “el de atrás paga”. Si el camionero se ponía recio, le cobraba al de atrás, porque a los que habían pasado no los alcanzaba nunca. Normalmente se iban sin pagar esperando que no se subiera el inspector y los apañara, aunque en realidad lo que checaba el señor inspector era que el chofer estuviera entregando los boletos y no se estuviera robando la lana.

Algo similar está sucediendo en el Gobierno del Estado entre los secretarios del gabinete. Jalisco no ha ejercicio un peso de los recursos de fondo nacional de seguridad, un lujo bastante absurdo, pues si en algo no hay que escatimar es en ese rubro. De los 350 millones de pesos asignados no hemos bajado un cinco.

Cuando se le preguntó al secretario de Gobierno, Fernando Guzmán, éste dijo que efectivamente, se habían metido proyectos por 186 millones y que el secretario de Finanzas, José Luis de Alba González, no había logrado bajar el dinero.

Al preguntarle al secretario de Finanzas, éste dijo que el problema no era de él, sino del secretario de Seguridad, Luis Carlos Nájera y del procurador del Estado, Tomás Coronado Olmos. Estos a su vez dicen que el secretario del Consejo de Seguridad, Ricardo Homero Salas, es el encargado de gestionar los proyectos que ellos sí pasaron. Al preguntarle a Salas éste dice que de eso sólo puede habla el secretario general de Gobierno, con lo que volvemos al principio.

La actitud es como la de los chavos de secundaria: el de atrás paga.

El no ejercicio del presupuesto público es una omisión gravísima. Claro que es peor robarse la lana, pero después de eso, lo peor que puede hacer un funcionario, la mayor ineficiencia dentro de un gobierno, es no gastar. Al no ejercer la inversión pública los secretarios, sea quien sea el responsable, están cortando posibilidades de desarrollo, la posibilidad de que se mueva la economía y que a alguna mesa lleguen fideos. Cada vez es más difícil gastar el presupuesto público, eso es cierto. Las trabas burocráticas son de tal magnitud que pareciera que la ley está hecha para que nadie gaste, pero dentro de todas esas limitantes el trabajo de los secretario es hacer que las cosas sucedan, no explicar por qué no pudieron.

El secretario de Finanzas presume que él limita el gasto público, como si ahorrar en el gobierno fuera una virtud. Cada peso que no se ejerce es un pasivo con la sociedad jalisciense. Sólo los secretarios saben realmente quién es el responsable de que no se ejerzan los recursos de seguridad, pero lo que está claro es quiénes son los afectados: los de atrás, es decir, nosotros pagamos el boleto.