GUADALAJARA, JALISCO (03/AGO/2016).- Edgar es un joven que sabe teclear con el dedo gordo del pie izquierdo. De hecho, es prácticamente la única forma de comunicarse con los demás. No habla ni tiene control total sobre sus manos. A veces hace gestos para expresarse pero es difícil interpretarlos. Edgar ha vivido sus 24 años con parálisis cerebral y discapacidad intelectual.Ayer, Edgar tuvo que subir 38 escalones del edificio del Congreso de Jalisco para poder conocer las oficinas de la Coordinación del partido Movimiento Ciudadano (MC) y de paso estrecharle la mano al diputado Ismael Del Toro. Lo ayudó un hombre con cuerpo de luchador, quien al final de la travesía le preguntó: “¿Te cansaste?”. Edgar afirmó con la cabeza. “Agarra aire”, le dijo su acompañante, miembro del Centro de Estimulación para Personas con Discapacidad Intelectual (CENDI) de Tlajomulco de Zúñiga.El edificio del Congreso tiene un elevador pero no funciona desde hace tiempo. ¿Cuánto? No se sabe a ciencia cierta, ni empleados ni el mismo secretario general del Congreso, Jesús Reynoso Loza, saben la fecha. El funcionario dice que ya lo habían arreglado pero que “no tiene el dato” del día que se descompuso; asegura que es un problema heredado: No funcionaba ninguno (ni los dos del edificio en Avenida Juárez ni el de la Avenida Hidalgo) cuando inició la LXI legislatura.Como parte de los cursos de verano implementados por el CENDI, 93 personas visitaron a Del Toro, el recinto legislativo y las oficinas de MC del Congreso. Entre los visitantes había dos chavos en silla de ruedas, Edgar y Miguel. Al segundo, de 12 años y también con parálisis cerebral, le gustaron las oficinas “por bonitas”, ahí mismo el diputado les dijo que “el Congreso es de todos”. El problema es la accesibilidad.“Es lamentable (que no funcione el elevador del Congreso). Aquí hemos padecido históricamente (la accesibilidad). Desde el escándalo de la compra del elevador, que se descompone cada semana. Es un tema significativo no sólo del Congreso sino de los edificios públicos”, dijo Ismael Del Toro.Según Reynoso Loza, al elevador se le da un uso “indiscriminado”, o sea se sube quien quiera y más bien es exclusivo para “personas con discapacidad y adultos mayores”. Sin embargo, “lo han estado usando hasta para cargar garrafones”, reprochó.A Miguel lo cargaron para subir al segundo piso del edificio. Al igual que a Edgar, sus acompañantes del CENDI los acomodaron en su silla de ruedas y vieron como, uno a uno, sus compañeros, algunos con síndrome de Down, subieron. Miguel, con una sonrisa de vencedor, les dijo: “te gané”. Él llegó antes que los demás. Fue el primero, a pesar de que el elevador no funcionó el día que los jóvenes y adultos del CENDI visitaron el Congreso.