Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Ecos bicentenarios

Para estas generaciones, los que están ahora entre los 15 y 25 años, el futuro es, por decirlo suave, poco alentador

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

¿Qué nos dejó el Bicentenario? Muy poco en realidad. Algunas revisiones de la historia de México (unas cuantas extraordinarias, otras buenas y muchísimas muy malas), edificios inconclusos y una sensación de tiempo perdido que venimos arrastrando desde hace 10 años y que en 2010 hizo crisis. En medio de este panorama bastante desalentador, un grupo de jóvenes coordinado por Arturo Aguilar y Roberto Hernández, dos estudiantes de licenciatura de la UdeG, decidió enfrentar el Bicentenario a su manera: sin presupuesto oficial y sin ningún apoyo institucional, lo que les dio absoluta libertad. Hicieron una serie de programas de televisión en YouTube donde los jóvenes hablan de los jóvenes y a los jóvenes: 200 Ecos

El resultado son, hasta ahora, 12 programas o piezas televisivas donde jóvenes de lo más diverso, hablan de los temas que les importan: democracia, homosexualidad, pornografía, partidos políticos, contaminación, etcétera, en los que los jóvenes tienen la palabra, encuentran su palabra. Cada capítulo tiene además una pequeña referencia de cómo era visto ese tema en 1810 y/o 1910. Sorprende (quizás sólo a los mayores de 35, pero yo estoy entre esos sorprendidos) la calidad de la imagen, el lenguaje cinematográfico y de la edición de los programas (caseros pero buenos, diría el ingeniero). Son jóvenes que nacieron pegados a una cámara y que manejan en lenguaje audiovisual con la misma facilidad con la que hablan.

Para estas generaciones, los que están ahora entre los 15 y 25 años, el futuro es, por decirlo suave, poco alentador. Son generaciones enormes, de más 1.2 de nacidos cada año, en una economía en crisis, con un sistema de representación en crisis y a los que les hemos heredado un país enclenque.

Las generaciones anteriores logramos destruir un montón de barreras. Del 68 para acá todas las generaciones compartimos una gran capacidad para destruir obstáculos y desacralizar instituciones, pero una capacidad nula para construir acuerdos y para crear instituciones (las tres grandes instituciones de nuestra generación, el IFE, el IFAI y la CNDH, las convertimos muy pronto en Chukies, pequeños monstruos más preocupados por su lógica interna que por cumplir su función). Algunos la han catalogado como la generación del No, otros como la generación del fracaso; como sea, de lo que no hay discusión es que, como generación, fuimos más capaces de destruir que de construir.

200 Ecos está construyendo un espacio de diálogo en la ciudad verdaderamente interesante. Al margen de las instituciones públicas y privadas, su gran aporte es construir puentes entre una generación que, en menos de lo que imaginamos, estará definiendo el futuro de este país, no sólo por su peso electoral, sino porque para los problemas que tienen enfrente, las generaciones anteriores simplemente no tenemos respuestas.

Dentro de lo desolador del Bicentenario hay por ahí algunos ecos de aliento.

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