Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Discusión de borrachos

Una discusión debe terminar cuando se acaban los argumentos o cuando los que debaten comienzan a decir sandeces

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Una discusión debe terminar cuando se acaban los argumentos o cuando los que debaten comienzan a decir sandeces. El Gobierno del Estado y la UdeG ya llegaron a ese nivel. La discusión se volvió tonta, autorreferente y desenfocada. Hoy, ninguno discute ni el presupuesto ni la calidad educativa de la Universidad. En el discurso de los dos no existe la sociedad.

Entre los montones de anuncios que ha pagado la Universidad en radio, prensa y televisión (cuesta trabajo entender cómo se gasta tanto dinero en decir que no tienen dinero), apareció recientemente uno en el que se reproduce un fragmento del discurso del líder de la FEU, César Barba, en el que, consciente o inconscientemente, se “encuera” y dice que el problema no es de recursos, que el problema es un Gobierno de derecha que atenta contra la educación popular y pone en riesgo el pensamiento crítico. Convirtió un asunto de presupuesto en un tema ideológico, así como una campaña a favor de la Universidad en una campaña contra un partido político.

El Gobierno del Estado no se quedó atrás y comenzó a desvariar. El tema de las calaveras que la oficina de Comunicación Social interpretó como amenaza de muerte es de una ridiculez tal que podría ser de humor involuntario, si no fuera porque el Gobierno usa toda su estructura y su fuerza en pelear por esas tonterías, en lugar de dedicarse a resolver los problemas del Estado. Las calaveras que le entregaron como presente (en cada marcha han llevado un regalo al gobernador), nada tienen que ver con la “Santa Muerte”. No deja de ser patético que la misma derecha que defendió con tanto ahínco el Día de Muertos frente a Halloween, ahora no distinga a un par de “catrinas” de papel de china hechas por estudiantes de la figura de la “Santa Muerte” (que por cierto es un fenómeno mucho más complejo y con más significados que el uso que le dan algunos narcos). Lo que buscaron fue convencer, con argumentos torpes, que los líderes de la Universidad son una mafia que usa códigos del crimen organizado.

En el fondo, los dos parecen tener razón: por un lado, el Gobierno está en lo correcto cuando dice que el problema no es de presupuesto sino político y que lo que está haciendo la Universidad es preparar el terreno para las elecciones de 2012 desgastando al Gobierno y golpeando al PAN. Y por el otro, la Universidad tiene toda la razón cuando dice que el Gobierno de Emilio González Márquez no tiene una política de educación y que sus intervenciones en la UdeG han sido únicamente para desgastar al grupo de control, léase Raúl Padilla.

De esta discusión de borrachos lo único que puede salir es que quedemos convencidos de que tenemos un mal Gobierno y unos pésimos líderes universitarios. A mi ya me convencieron de ambas cosas.

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