Destaca el Papa compasión y ternura de la nueva santa mexicana

CIUDAD DEL VATICANO (12/MAY/2013).- El Papa Francisco destacó hoy la ternura y la compasión que caracterizaron a la nueva santa mexicana María Guadalupe García Zavala (1878-1963), quien -dijo- no tuvo repugnancia de arrodillarse y tocar la carne de los enfermos.

Durante la homilía de la misa, en la cual elevó al honor de los altares a la religiosa oriunda del estado de Jalisco y conocida también como "madre Lupita", Jorge Mario Bergoglio aseguró que el ejemplo de esta santa debe impulsar a todos los cristianos a dejar el egoísmo.

"Santa Guadalupe García Zavala, renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos", dijo.

Recordó que la madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión, demostrando que había entendido el significado de la frase "tocar la carne de Cristo" sin repugnancia, a través de los sufrientes.

Aseguró que actualmente también sus hijas espirituales, integrantes de la Congregación de las Siervas de Santa María Margarita y de los Pobres, buscan reflejar el amor de Dios en las obras de caridad, sin ahorrar sacrificios y afrontando con mansedumbre, constancia apostólica y valentía cualquier obstáculo.

"Esta nueva santa mexicana nos invita a amar como Jesús nos ha amado, y esto conlleva no encerrarse en uno mismo, en los propios problemas, en las propias ideas, en los propios intereses", sostuvo.

"(Ella enseña a) salir e ir al encuentro de quien tiene necesidad de atención, compresión y ayuda, para llevarle la cálida cercanía del amor de Dios, a través de gestos concretos de delicadeza y de afecto sincero", ponderó.

A lo largo de su mensaje el Papa se refirió a los otros santos que también canonizó este domingo, Antonio Primaldo y un grupo de 800 mártires de la localidad italiana de Otranto además de Laura Montoya y Upegui, fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Beata Virgen María Inmaculada de Santa Caterina de Siena.

De la primera santa colombiana, Montoya, el obispo de Roma destacó su trabajo como maestra y madre espiritual de los indígenas, a quienes infundió esperanza, acogiéndolos con una eficaz pedagogía que respetaba su cultura y no se contraponía con ella.

"Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente - como si fuera posible vivir la fe aisladamente -, sino a comunicarla, a irradiar la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos", señaló.

"Nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo, acogiendo a todos sin prejuicios ni reticencias, con auténtico amor, dándoles lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos: Cristo", apuntó.

Al recordar a los mártires de Otranto, el líder católico explicó que ellos murieron decapitados en 1480 a las afueras de esa ciudad porque no quisieron renegar su fe.

Se cuestionó de dónde sacaron la fuerza para permanecer fieles y respondió que justamente la encontraron en la fe, que hace ver más allá de los límites de la propia mirada humana y más allá de la vida terrena.

"Conservemos la fe que hemos recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Señor, incluso en medio de los obstáculos y las incomprensiones. Dios no dejará que nos falten las fuerzas ni la serenidad", pidió.

"Mientras veneramos a los mártires de Otranto, pidamos a Dios que sostenga a tantos cristianos que, precisamente en estos tiempos y en tantas partes del mundo, todavía sufren violencia, y les dé el valor para ser fieles y para responder al mal con el bien", estableció.