Derechos fantasmas

Ojalá se pudiera proteger a todas y cada una de las familias. Ojalá pudiéramos asegurarle a cada niño un buen padre, una buena madre, cuatro abuelos sensacionales, hermanos de lo mejor y una infancia feliz. Ojalá que todos los niños que no tengan la posibilidad de una familia encontraran quién los adoptara y los criara con amor. Ojalá... Pero el mundo no es así y por ello hay cientos, miles de personas que dedican su vida a trabajar por los niños desamparados, que mantienen casas hogar, que atienden a niños en situación de calle, que cuidan en las guarderías a los hijos de familias donde ambos trabajan o que son monoparentales. Pero como el mundo no es perfecto existen cientos, miles de psicólogos y trabajadores sociales que viven de y para resolver problemas que se crean en las familias.

Así como cientos, miles de sacerdotes que atienden todos los días problemas conyugales.
No hay familia perfecta. Más aún, las que parecen impecables suelen ser la más imperfectas (castillos de la pureza). La familia es una organización social relativamente nueva en la historia de la humanidad; durante miles de años el hombre vivió en comunidades o familias extensas y no en familias nucleares como es ahora. Nada nos dice que éste será el modelo de convivencia del futuro, pero de lo que sí podemos estar seguros es que hoy por hoy, es lo que tenemos y que con todos sus defectos es la mejor forma de convivencia y desarrollo social que tenemos.

El PAN planteará hoy en el Congreso una modificación constitucional para “blindar” (les encanta esta palabrita) a Jalisco de posibles “atentados” (el lenguaje es bélico) contra la familia, léase matrimonios del mismo sexo y que la parejas del mismo sexo puedan adoptar. Dicen los panistas que con esto se busca “proteger el interés superior de los menores”. No es necesario. Las leyes actuales ya protegen a los menores por encima de los pleitos de los adultos. No es necesario ni útil que eso se ponga en la Constitución. Este tipo de reformas no nos dan un mejor marco legal ni nos aportan mayor seguridad jurídica. Son reformas de corte ideológico en las que los grupos hegemónicos buscan imponer un modelo de vida pero que, para suerte de todos, no tiene efecto alguno. Son pataletas mediáticas para responder ojo por ojo a las reformas del Distrito Federal.

No hay, como pretenden los legisladores panistas, “un modelo jalisciense de familia”. Tampoco hay un modelo de familia mejor que otro. Lo que hay son mejores individuos que hacen mejores o peores familias que a su vez forman mejores o peores personas. El foco hay que ponerlo en la educación y no en más derechos fantasmas. De esos ya tenemos suficientes.