Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

De campeonato

Los policías no actuaron en función del órden sino de una venganza

Por: EL INFORMADOR

No podemos hacer como que no pasó nada. Sí pasó. La actuación de la Policía tapatía en el partido del Atlas, el sábado por la noche, no puede verse como algo normal. Los policías no actuaron en función del órden sino de una venganza, y eso los representantes de la ley no pueden hacerlo ni los ciudadanos tolerarlo.

Es absolutamente cierto y de sobra conocido que las barras (antes les llamaban simplemente porras) de los equipos de futbol, se han ido convirtiendo cada vez más en grupos violentos. Esto no fue de gratis, fueron las directivas de los equipos que promovieron este tipo de fanatismos. Trajeron asesores argentinos y han tolerado que la violencia vaya increcendo como si ellos no tuvieran nada que ver (nomás los surten de boletos, les apartan lugar y los consienten en el estadio).

Las porras de Tigres y Atlas se distinguen entre las rijosas. Hay antecedentes de pugna entre las barras de estos dos equipos, y de una bronca entre las de Chivas y Tigres en plena calle hace unos años. De ahí que la presencia policial en el estadio haya sido superior a la normal. La decisión de la Policía tapatía fue la correcta. Pero esa buena decisión se convirtió en agravante cuando vino una mala decisión.

Miembros de la Barra 51 del Atlas golpearon a cuatro policías que les quitaron un cohetón de humo, que los fans rojinegros habían metido ilegalmente (es curioso porque están prohibidísimos, pero en todos los partidos hay). La reacción de la barra fue golpear indiscriminadamente a los policías. Minutos más tarde, los antimotines entraron a golpear de manera sorpresiva, indiscriminada y a toletazos a los miembros de la porra. No fueron a detener a los que golpearon a los policías ni a los que metieron los cohetones, fueron a golpear a los que habían golpeado a los suyos. Eso aquí y en China se llama abuso de poder y ejercicio indebido de la fuerza pública.

Las explicaciones que suelen dar los jefes policiales ante este tipo de abusos son que los policías “se calientan” (lo mismo dijeron el 28 de mayo, cuando después del hostigamiento de los manifestantes a los antimotines, los policías se lanzaron a detener indiscriminadamente a todo aquel que pareciera “globalifóbico”). Se entiende que los policías que están en la refriega, por más entrenamiento que tengan, se pueden llegar a calentar. Pero para eso tienen jefes que no están en la línea de batalla, para tomar decisiones frías, inteligentes y conforme al reglamento. La Policía de Guadalajara hizo de un incidente delicado, cuatro policías golpeados por una turba, un evento muy grave, una batalla campal en un estadio, con consecuencias que pudieron llegar a ser terribles. Si alguien sabe lo que puede provocar una estampida en un estadio son los policías.

Pero lo más penoso es que ni las autoridades del Atlas ni de la Policía de Guadalajara hayan salido, 50 horas después del suceso, a dar la cara y ofrecer una disculpa o explicación de lo que sucedió. Vergüenza de campeonato.

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