Sábado, 30 de Noviembre 2024
Jalisco | Fotos con Santa, pista de hielo, nacimiento gigante y compras navideñas

Cuadros de costumbres navideñas en el Centro Histórico

Aun con el frío nada invernal, los adultos posan para tomarse una foto frente al nacimiento gigante de papel mache

Por: EL INFORMADOR

Aun después de esperar cerca de 45 minutos, niños disfrutan de la pista de hielo.  /

Aun después de esperar cerca de 45 minutos, niños disfrutan de la pista de hielo. /

GUADALAJARA, JALISCO (23/DIC/2012).-

I


Con los cachetes embarrados de helado de chocolate, pero así salen en la foto del recuerdo. A los papás no les parece importar que salgan con un gallo en el cabello graso, quieren tener la foto de la Navidad de 2012 con Santa Claus. Los posan en sus piernas, miran a otro lado, los paseantes en la Plaza Universidad, como un niño se engulle un dulce; su curiosidad pueril les lleva a todos lados menos a ver la cámara Nikon semiprofesional que a pesar de su color rojo brillante no les llama la atención.

Santa Claus intercede para mejorar la situación en el escenario con el falso trineo y los regalos llenos de aire o papel. Saca su campanita, estira el brazo y la pone frente a los hermanos para que volteen a ver la cámara; a duras penas y lo logra. Los papás se distraen, uno de los niños sale queriendo alcanzar el sonsonete en la mano del viejo de canas, Santa consigue posar entre el esfuerzo que pone en conseguir el interés de su infante clientela. Sin risas ni nada, mas lo logran: obtienen su foto del recuerdo por 50 pesos.

II

Niña se cuelga de la camisa de Papá, desesperada. El sol de mediodía comienza a exasperarla al igual que la espera. Llevan cerca de 45 minutos perdidos de domingo haciendo cola para entrar a la pista de hielo en Plaza Liberación. Hermana se acomoda su gorro de Navidad entre esfuerzos porque choca con sus coletas, pero al menos así consume su tiempo de espera. Papá carga a Niña desesperada, la mese en sus brazos.

Por fin, acaba la espera. Encargados de la pista las reciben, abren las vallas de seguridad y les consiguen un par de patines. Un inconveniente, no traen calcetines. Encargados lo resuelven, ya están preparados para los niños que llegan en huaraches: amarran al tobillo una bolsa de plástico transparente.

Entran a la pista, tienen 30 minutos para disfrutar luego de los tres cuartos de hora en la cola. Hermana, como puede, patina y se sigue acomodando el gorrito navideño, mientras Niña se desubica y no encuentra a Papá. Voltea a un lado, no lo encuentra; otro, menos. Papá nota la frustración de niña y comienza a hacer señas con los brazos en el aire para indicarle "ey, aquí estoy, tú sigue divirtiéndote". Niña lo ve y cambia su rostro a uno de alivio, sigue patinando, avanza un poquito y se mezcla entre los demás niños.

III

Con los rostros aperlados y brillosos de sudor, los adultos posan en parejas para tomarse una foto con el celular frente al nacimiento gigante de papel maché. El sol, nada invernal de 23 de diciembre, contrasta con la atmósfera navideña. Resulta incluso un logro el conseguir el ángulo necesario con el brazo para que la cámara digital logre capturar ambos rostros y a Melchor, o de pérdida al caballo blanco, de fondo. Otros fallan consecutivamente, sólo obtienen media corona de Gaspar, una joroba del camello, el techo del pesebre, la frente sudada del amigo; insisten hasta conseguir la buena.

IV

Obregón es víctima de las últimas compras navideñas. Los oficiales de Policía Municipal registran intentos de robo a los puestos, mas no a los compradores. Una horda de gente viene y va con bolsas negras de basura llenas de regalos. Cocinitas, muñecas de tres por 140 pesos, papel para envolver, orejeras, bufandas, perfumes, chunches, antojos, de todo se vende en Obregón.

La calle huele a mango picado. En el suelo hay golosinas tiradas que entre el mar de gente alguien pudo perder y dejar a medio bocado. Allí va el regalo del Niño Dios, un triciclo, una caja registradora, mallones para disgusto de algunas niñas, todo eso que mañana, en la víspera de Navidad, va a aparecer bajo el árbol, listo para que se desgarren las envolturas que lo ocultan y generar una cara de sorpresa o insatisfacción o lo que sea, como es la costumbre cada 25 de diciembre por la mañana.

EL INFORMADOR / RUBÉN GIL

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