Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Cosas odiosas de la Navidad: 1) El tráfico

La Navidad es época de reconciliación, y eso lo saben mejor que nadie los agentes de Vialidad

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Hay cosas verdaderamente odiosas de la Navidad. De entrada es con mucho la época más cursi del año. En ningún otro momento del calendario se dicen, hacen, piensan, cosas tan cursis, pero eso, digamos, es los de menos comparado con las cosas realmente insoportables de esta época del año que hace de cada Navidad une época para recordar y recordársela a muchos. Vamos una por una.

La primera de ellas es el tráfico. Cuando dicen que Navidad es época de recogimiento lo es sin duda porque lo único que uno quiere en estos días es no salir de casa, encerrarse como un ermitaño y no tener que enfrentarse a una locura de carros que se abarrotan en los alrededores de los centros comerciales. Y por más que uno quiera esquivarlos, darle la vuelta a las compras y no acercarse siquiera a los centros de consumo, uno se topa invariablemente con los que van para allá. Pero lo que hace aún más insoportable el tráfico navideño son los coches disfrazados: camionetas con cuernos, narices rojas, gorros de Santa Clos que hacen aún más ridículo lo que ya de por sí es ridículo: autos diseñados para 12 pasajeros que llevan una sola persona dentro.

La Navidad es época de reconciliación, y eso lo saben mejor que nadie los agentes de Vialidad, los cuicos como amablemente les decimos por acá, que en estas fechas se reconcilian con la ciudadanía y con su cartera. Por una corta, menos corta que en otras épocas del año pero no deja de ser una corta feria, los agentes dejan a cualquiera cometer cualquier infracción en aras de la felicidad navideña. Qué es una una pequeña infracción al reglamento de tránsito comparada con la felicidad que le da a un conductor a punto de perder la cordura poderse parar en doble fila y no perder la tarde completa buscando estacionamiento. Qué es el estorbo de un auto comparado con la felicidad que le embarga a la señora, la madre, la abuela o la tía del angelito poder pararse frente a la tienda donde finalmente encontró el regalo de moda que al angelito se le ocurrió pedirle al Niño Dios pero no puede cargar hasta un estacionamiento. ¡Viva la doble fila! (y los héroes que nos dieron Patria, claro). Ni hablar de la felicidad del cuico que por hacerse buey recibe 50 o 100 pesos de mordida que, multiplicados por el número de padres desesperados, hacen ya un buen aguinaldo, suficiente para comprarle a su propio angelito el juguete de moda. Qué importa que los de atrás no puedan pasar; qué importa si la fila tapó la bocacalle y cortó el ciclo de los semáforos provocando embotellamiento en dos calles; qué importa, comparado con tanta felicidad navideña, que un histérico sin espíritu navideño se pegue a la bocina.

(Nota bene: el juguete en cuestión, por el que todos se volvieron locos, funcionará dos días y después, en el mero Día de los Inocentes, pasará al rincón del olvido).

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones