Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | LUCIÉRNAGA CIUDADANA POR GUADALUPE MORFÍN

Ciudades para la vida

‘‘La fama que ha logrado el diseño urbano es la inyección adicional de alegría a la vida urbana’’

Por: EL INFORMADOR

Guadalupe Morfín.  /

Guadalupe Morfín. /

Festejando el Nobel de Literatura para Vargas Llosa

En Guadalajara, en el viejo Cine Variedades, re bautizado como Larva (Laboratorio de Arte Variedades), alrededor de 150 arquitectos y urbanistas reflexionaron con funcionarios municipales y universitarios, acerca de lo público en la ciudad, convocados para el Foro Internacional de Arquitectura 2010 COM:PLOT, que coordina Alfredo Hidalgo.

Ante los jaloneos de cobija entre algunos alcaldes metropolitanos para estirar los alcances de metros, trenes o macro buses hasta las orillas de sus respectivos municipios, las indefiniciones de otros que casi espantan importantes créditos que harían más habitable la ciudad, y los empecinamientos con colores partidistas de quienes piensan que se les va la gallina de los huevos de oro (gremio camionero), resulta un oasis escuchar al holandés Ole Bouman afirmar que “está bien diseñar la ciudad para ser felices”.

Ahí estuvieron, entre otros, Tim Tompkins, cuya tenacidad cambió en Union Square, en Manhattan, el suelo destinado a vertiginosas llantas de automóvil, para convertirlo en suelo para ser caminado por humanos, diversos y entretenidos zapatos. Tompkins sigue, desde Alianzas para el Parque, aliviando los vecindarios de Nueva York con los respiraderos de las zonas verdes. Y los expertos Pablo Allard, del Observatorio de Ciudades, que opera en Santiago de Chile, y mi ex vecino Eduardo López Moreno, director en Nairobi del Observatorio Urbano y Global, quienes saben cómo se deben hacer las consultas ciudadanas para que de ellas salga tomada en cuenta con el respeto debido, esa dueña de la casa grande que es la gente que la habita y la hace pulsar como un enorme corazón.

“La fama que ha logrado el diseño urbano es la inyección adicional de alegría a la vida urbana”, dijo Bouman. Seguramente ese espíritu de alegría se evaporó en quienes construyen, autorizan y mueven esta ciudad. Aún es posible ver a familias enteras correr como si escaparan de la muerte, que en efecto de ser atropellados huyen, en glorietas urbanas aceptables a ratos para acelerar el tránsito vehicular, pero diseñadas sin pasos para peatones, y cuyos semáforos sólo operan en función de motores, no de pasos humanos. Son avenidas, semáforos y banquetas —cuando las hay— que podríamos considerar miopes, puesto que miope fue quien al diseñarlas no previó que transitarían por ahí niños, mujeres, adultos, personas en sillas de ruedas, seres humanos que llevarían bolsas del mercado, libros y cuadernos, o guitarras, para salir al encuentro con la vida.

La vida, ¿no debería ser cuidada bajo los puentes, en los pasos a desnivel, los cruceros, los adentros y las afueras de importantes centros comerciales que dejaron de pensar en sus afanadores y empleados, que no se transportan en automóvil sino en camión y a pie para llegar a sus centros de trabajo, y también en sus potenciales clientes a quienes les gustaría llegar a ellos en sana frescura peatonal?

De alegría tenemos hambre en nuestras ciudades.

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