Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Cavilaciones aristotélicas

A Aristóteles se le acabó la luna de miel. La semana pasada comenzó a comer lodo y se lo sirvieron a manos llenas

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Dicen que el matrimonio es un pastel de lodo con una cereza encima. En la luna de miel te comes la cereza y después a tragar lodo toda tu vida. Yo no puedo asegurarlo y menos por escrito (digamos que todavía tengo temor de Dios y que no me gusta dormir en el sofá), pero eso es lo que dicen.

Por alguna extraña razón, la política se parece mucho al matrimonio: los primeros meses de Gobierno son comer cereza, pero por más que quieran prolongar la luna de miel, chupando y royendo el huesito, llega un momento en que todo político tiene que tragar lodo, o si se prefiere, tomar decisiones.

A Aristóteles se le acabó la luna de miel. La semana pasada comenzó a comer lodo y se lo sirvieron a manos llenas. Por un lado le reventó el asunto de la compra de patrullas (en un esquema de arrendamiento puro que el mismo PRI le había echado abajo a Emilio González hace cinco años), y por otro, su primer gran proyecto, el túnel en la Minerva por Avenida Vallarta, se lo detuvieron los vecinos.

Cualquier asignación directa en una compra donde hay tantos competidores es en principio sospechosa y sin duda conflictiva. Parecía a todas luces un compromiso político o un negocio de alguien. Y en política, si parece pato será tratado como pato.

Suponiendo que la arrendadora era lo mejor del mundo, la única capaz de dar esa tasa de interés y financiar esa cantidad de patrullas simultáneamente (cosa que por supuesto no era así), hacer una asignación directa a una empresa desconocida, de fuera de Guadalajara y con una tasa leonina era tentar al diablo; y se les apareció. El problema es que el alcalde tuvo que optar entre enfrentarse con los empresarios o quedar mal con sus regidores, y al hacer lo segundo, lo que aseguró son problemas futuros en la operación política de su propio cabildo.

En el caso del túnel de la Minerva, parar la obra hasta no socializarla fue una buena decisión. La pregunta es si la podrá sacar adelante. El gran dilema de los alcaldes candidatos es que toda decisión tiene costos políticos (cada una viene acompañada de su cucharada de lodo). Pero este trienio en particular tiene un ingrediente extra llamado Panamericanos. La obra pública debe ser pensada para terminarse antes de los juegos, parar un mes, y volver a arrancar y estar lista ocho meses después para las elecciones de julio de 2012. Es decir, jugarse el tiro de una obra de mediano plazo, como un túnel (donde siempre hay sorpresas), es de alto riesgo.

En sus cavilaciones aristotélicas, el alcalde de Guadalajara tiene que decidir primero si quiere gobernar la ciudad o ser candidato. Nadie parece tener duda de que ha optado por lo segundo. Pero además tiene que decidir con qué canicas va a jugar la candidatura: qué va a hacer para que los electores tengan algo que reconocerle. Tiene, pues, que comenzar a comer lodo a cucharadas sin hacer gestos, para que retrate bien para la campaña.

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